Carmen García Pernas: La vitalidad de la pintura



Hace unos años nos preguntábamos de dónde salían esos seres que se amontonan y entrelazan en una vorágine de brazos y piernas, de cabezas y torsos selváticos y si eran acaso una sola matriz, como raíces de gente. (1) Entonces Carmen García Pernas (Montevideo, 1955) dibujaba solo figuras en blanco y negro que se contorsionaban en un nudo. Pero advertíamos que ese enredo no era sólo atasco, sino también movimiento y posibilidad de cambio. Hoy la artista ha cambiado –sigue cambiando– y se atreve a incursionar en el color, (2) alentada por amigos y en especial por la pintora Viriginia Patrone, a cuyas clases asistió. Las figuras encuentran una forma más definida y se organizan en el espacio, si bien el tratamiento tortuoso de la línea y de la atmósfera en general en la que aparecen como sumergidas, nos informa que el cuerpo humano sigue siendo el eje del “conflicto” que nutre su accionar.

Cuerpos surcados por el miedo o el asombro de sí mismos, habitados por presencias múltiples y animales, espiados desde los márgenes por otros cuerpos, por otras sombras. Pero también cuerpos tocados con una paleta azul, en pos de una asunción etérea. Las dificultades para la correcta –desde una perspectiva académica– representación anatómica de las figuras no cuenta como un dato negativo en estas dieciséis obras, sino como un valor expresivo e incluso como un signo libertario, en la medida que obliga a romper cadenas y estructuras perceptivas, tanto en el ejecutante como en el observador.

Su pintura de mujeres que se hamacan, que flotan, que pintan o simplemente retozan posee un halo un misterio que tiene algo de cuento de hadas o de proyección onírica. Contribuye a este clima los criterios de elección colorística –que no siguen escuela alguna– y a veces el rudo empaste, insuflando a estos personajes de una pulsión semejante a la enérgica de los artistas “brut”. Una preocupación constante por la postura de las manos, que se nos muestran por momentos hieráticas, ásperas como cardos o reposadas y livianas como peces, nos recuerda la frase de Focillon: “Un arte en el que las manos fueran totalmente excluidas resplandecería de inhumanidad”. Sus curiosas manos ofrecen puntos de contacto con la obra de Cabrerita, con quién comparte además cierta disrupción espacial en el anclaje de las figuras: el cuadro de García Pernas en el que todos los niños juegan pero cada cual en su mundo posee una estructura compositiva –y simbólica cabría agregar– muy similar a “En una isla” de Cabrera, una gran acuarela del MNAV.

En un momento en que la pintura parece volver a pisar fuerte en la escena artística montevideana –gran muestra de María Freire en el Museo Blanes, Primer Premio Paul Cezanne para Matías Paparamborda, colectiva en el Subte, altos niveles en las individuales de Alejandro Palomeque en el Subte y de Daniel Gallo en el Cabildo– la obra de Carmen García contribuye con su autenticidad e intensa carga emotiva a enriquecer este camino de renovada vigencia. (3)



1. En este mismo blog, entrada de marzo de 2012: "La selva primigenia de Carmen García".

2. “La absolución de una niña”. Muestra de Carmen García Pernas Centro Cultural “Al pie de la muralla”, Ciudad Vieja, Montevideo.
3. Nota de Pablo Thiago Rocca publicada en Semanario Brecha, en su edición del miércoles 23 de marzo de 2016, nº 1583, pág. 30, Montevideo, Uruguay.


Del Comunicado de Prensa:

Carmen García Pernas nació en 1955. Durante su infancia y adolescencia fue testigo y recibió influencias de la pintura de Carlos Páez. La vida adulta la llevó por otros caminos. Su vida fue sacudida en sus primeros años, los años de la inocencia. A la niña le gustaba jugar, ver la maravilla de la vida, dibujar y pintar, como a todos los niños. Crecer limpiamente y florecer. Pero el camino fue duro, a veces demasiado. Todo deja sus marcas. Todos llevamos nuestras marcas. Carmen busca  ahora a través de la pintura su verdadero ser, el que siempre estuvo ahí, sin marca alguna, sin penas heredadas, sin pecados ajenos. Madre de dos hijos, su vida adulta padeció tormentas interiores. La niña quería aflorar y el cuerpo necesita sanar. 

"Carmen transmigra, del cuerpo a la tela. Atravesando dolores y culpas inocentes va sacando el cuerpo a la luz. Con un toque de tragedia y de reencarnación de Chaim Soutine, Carmen pinta para vivir." Virginia Patrone. Montevideo, febrero de 2016.

Breve bio:

Carmen García Pernas nació en Montevideo, es descendiente de criollos y de rusos, dibujó siempre.

Su serie de dibujos en tinta china quedaba sin exhibir hasta que un relojero le dijo que era buenísima.  Y ahí, llevada como Alicia al otro lado del espejo, compró un block grande de hojas y no paró. Mostró sus dibujos, los expuso en la galería de Diana Saravia. Entre 2003 y 2004 tomó clases durante algunos meses con Guillermo Fernández y con Fernando López Lage en el FAC. En 2012, 2013 y 2014 tomó clases con Virginia Patrone en su taller de Montevideo. En 2014 participó del Laboratorio de Cruce de lenguajes, el proceso creativo de La Señora Macbeth and the witches within, de Virginia Patrone y Rodrigo Spagnuolo.