Nuevo libro sobre Javiel Raúl Cabrera "Cabrerita"




Con el título, “Javiel Raúl Cabrera. Entre el olvido y la leyenda”, se presenta este jueves 18 de noviembre a las 18 horas en el auditorio del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV, Parque Rodó, Montevideo) un libro que resume 14 años de trabajo. En el proceso de investigación colaboró una gran cantidad de personas aportando ideas y testimonios, o prestando obras para las exposiciones de 2018 (Raúl Javiel Cabrera. Donación) y la exposición de noviembre 2019 a febrero 2020 (Javiel Raúl Cabrera. Entre el olvido y la leyenda), ambas en el MNAV, cerca de cincuenta personas e instituciones. 

Es una edición bilingüe (español-inglés) que conoce una versión en tapa dura y otra en rústica, de 258 páginas, con diseño de Eloísa Ibarra y bajo la coordinación general de Oscar Prato. Cuenta con la colaboración del Museo Nacional de Artes Visuales. 

Es la primera vez se le hace justicia a Javiel, a “Cabrerita” como lo llamaron sus contemporáneos, con una publicación de gran calidad.

Se presentará el 18 de noviembre de 2021 a las 18 horas en el auditorio del MNAV con la ensayista Ana Inés Larre Borges y Enrique Aguerre, como director del MNAV. Habrá un aforo hasta 90 personas, la entrada es gratuita. 

Como adelanto compartimos un fragmento del primer capítulo del libro, "Javiel Raúl Cabrera o el río de tres orillas"




Cabrera en Santa Lucía en casa de la familia Luchinetti, 1987. Foto de Gerardo Ruiz


Este polvo tranquilo fue señores y damas 

muchachas y donceles; 

fue risas, manos hábiles, suspiros, 

rizos y blusas leves. 

Este lugar pasivo fue mansión bulliciosa del verano

y las flores y abejas recorrieron

su circuito oriental aquí

y un día cesaron como ellos. 1

Emily Dickinson 


Es cuestión de tiempo. Mientras se escriben estas líneas, una colega revisa los polvorientos registros del viejo asilo Dámaso Antonio Larrañaga, en busca de una fecha de admisión o de custodia de un niño abandonado en el primer lustro de la década del veinte del siglo pasado. Se avanza lentamente. Los abandonos se cuentan por centenares al mes en esos alegres “años locos”, germen del país modelo. Son como la cara oculta de una moneda que quedara semienterrada en el barro. Las causas más frecuentes de abandono esgrimidas por las madres son “por carecer de recursos”, “por encontrarse enferma”, “porque el esposo se fue”, “por insuficiencia láctea”, “por estar sola y tener que colocarse” —en una casa como empleada doméstica—, “por ocultar la falta”. Puede que, aunque no declaradas, las causas sean una sumatoria de todas las injusticias que padecen entonces las mujeres y las situaciones sociales que se piensan y se viven como vergonzantes. Pero alguna de estas causas, escrita con sobria caligrafía de notario, corresponde a un niño llamado Raúl Cabrera. Aún no se ha hallado pero es cuestión de tiempo. Todo aparece envuelto en un halo de misterio para ese hombre al que sus contemporáneos llaman Cabrerita. No solo los vericuetos de su vida personal. 

Sin duda, existe una gran dificultad para investigar y encontrar información inequívoca sobre una persona que fue abandonada por sus padres, que vivió en la calle buena parte de su adolescencia y juventud, y luego transcurrió casi la mitad de su vida internada en instituciones psiquiátricas que no conservan registros oficiales de su paso. 

Los esfuerzos por historiar ese periplo y por reducir la brecha de nuestra ignorancia poseen un límite, y aun así mucho se ha avanzado, como se podrá constatar en los diversos testimonios que se recogen en este libro. Pero resta el enigma mayor de su obra. Vida y obra se hallan entrelazadas. 




Cuando se trata de artistas que han tenido una educación más o menos formalizada, con asistencia a talleres y maestros a los que siguen en sus lineamientos y doctrinas, el ejercicio de interpretación y de reconocimiento formal suele ser también más acotado. En Cabrera hay algunas pocas influencias advertibles y se aprecia, como el trasfondo de una vasta cultura visual de contornos imprecisos, referencias a la pintura del Renacimiento, por ejemplo, que debió asimilar de revistas y periódicos. Sin embargo, la médula del asunto de Javiel está en otra parte, lo que lo convierte en un artista original. Puede decirse que esa originalidad proviene de dos vertientes: una es consciente, buscada y declarada por el mismo artista: 

Y… la pintura mía es particular… Original es… original: eso. Después de mis primeros maestros me dediqué yo solo a hacer el arte y es original. Y cuando se dice original está todo explicado, ¿no? 3

Otra corriente mana de una fuente interior, incontrolada, y se nutre de componentes anímicos inconscientes. La especificidad de la expresión plástica es en esencia no-verbal, y es allí donde hay que buscar la potencia del símbolo de Cabrera y su emanación poética, aun cuando las palabras escaseen.




Notas

1.   THIS quiet Dust was Gentlemen and Ladies, / And Lads and Girls; / Was laughter and ability and sighing, / And frocks and curls. // This passive place a Summer’s nimble mansion, / Where Bloom and Bees / Fulfilled their Oriental Circuit, / Then ceased like these, The Single Hound; Poems of a Lifetime by Emily Dickinson (1830-1886). Introduction by Martha Dickinson Bianchi, Boston: Little, Brown and Company, 1914, p. 80.

 2. Todos los registros pertenecientes a Cabrera, como fichas de ingreso y de alta, historia clínica, exámenes de medicina general, etcétera, desaparecieron del Hospital Vilardebó y de la Colonia Bernardo Etchepare y se desconoce su paradero.

3.  Entrevista a Javiel Raúl Cabrera por Ramón Mérica, “El beneplácito de los heliotropos”, El Día, Montevideo, 23.8.1981. En adelante: Con Mérica, 1981.