En el Centenario de Cyp Cristiali


A cien años del nacimiento del artista Cyp Cristiali (Lascano, 19 de febrero de 1922 – Montevideo, 4 de agosto de 1988) reproducimos de forma íntegra el texto que escribimos para el catálogo de la exposición en Galería Misiones en febrero de 2021.







 Cyp Cristiali. Los laberintos del fuego y del coral


Pablo Thiago Rocca


Yo encendí un fuego cuando me abandonó el azur,

Un fuego para ser su amigo,

Un fuego para entretenerse en la noche de invierno

Un fuego para vivir mejor

Paul Eluard1


La trayectoria creativa de Carnot Pose, más conocido por el seudónimo artístico de Cyp Crisitiali, fue tan intensa y radiante como sus pinturas. Su producción detallista y copiosa se concentró en un lapso reducido –poco más de un lustro en la década de los setenta del siglo pasado–, realizó pocas exposiciones y desapareció de la escena casi tan misteriosamente como había surgido.

El misterio comenzó a una edad bastante avanzada –pasando los 50 años– con un alias apenas más extraño que su nombre propio y un procedimiento pictórico extravagante con el que obtuvo, sin embargo, resultados notables.

Carnot Israel Pose Mesías Ballejo (Lascano, 19 de febrero de 1922 – Montevideo, 4 de agosto de 1988) fue el décimo hijo de una familia de doce hermanos. A los cinco años su familia se radicó en Montevideo, proveniente del departamento de Rocha. “A los doce años ya trabajaba y fumaba”. 2  Desde muy joven se dedicó a la enfermería, profesión a la que entregaría su vida. Circunstancias personales y familiares adversas lo empujaron ya maduro y sin formación previa al dibujo, acaso como una terapia o un mero pasatiempo: “Al principio me entretenía formando dibujos con sylvapen. Los puntos de colores se encargaban por sí mismos de convertirse en formas; un día, mis compañeros del hospital me regalaron óleos y una tabla de duraboard, para que mis pinturas fueran más brillantes. Entonces se me ocurrió poner óleo en la jeringa de inyecciones y con una aguja gruesa comencé a poner los mismos puntos, esta vez con relieve.” 3 

Pero Carnot no se durmió a la sombra de ese hallazgo sorprendente. Investigó y trabajó su técnica, probó un sinfín de variantes formales y de a poco fue adentrándose por un camino personal y laberíntico. 

En un par de años cayó en la cuenta de las implicaciones estéticas de sus elecciones y se decidió a exponer: su pasatiempo era también un lenguaje que expresaba emociones e ideas, que traducía en colores la riqueza de un mundo interior bullente, un fuego que crecía con formas desbordadas y danzarinas. Produjo centenares de pinturas con este sistema, pintura de relieve que nos recuerda también a ciertos bordados y a las creaciones de pueblos originarios.

Pese a ser un autodidacta, sus búsquedas formales entraron en diálogo con el esplendor tardío del informalismo español –que habían arribado una década antes a la región–, con las conquistas del expresionismo abstracto norteamericano y con las resonancias del art brut venido de Francia. En todo caso, estas corrientes habían generado un caldo de cultivo propicio para que surgieran en Uruguay expresiones artísticas distintas y distantes de la prédica torresgarciana, del realismo social o del naturalismo conservador y trasnochado que campeaban hacia la mitad del siglo XX. 

Otras corrientes aparecieron entonces con mayor presencia para acompasar las nuevas sensibilidades culturales surgidas de los efervescentes años sesenta. El arte de los naíf o ingenuos, con carta de ciudadanía en los museos desde principios del siglo XX –el aduanero Rousseau a la cabeza–, conoció en la década de los 70’ un resurgimiento entusiasta que alcanzó al público, la crítica, las galerías y las bienales internacionales. La paleta vibrante y alucinada de Carnot fue “leída” en este nuevo contexto como una interpretación novedosa de antiguas fantasías y ensoñaciones ingenuas. 




Naíf o no naíf ¿esa es la cuestión?


Yo le di lo que el día me había dado:

Los bosques, las zarzas, los campo de trigo y las viñas,

Los nidos y sus pájaros, las casas y sus llaves,

Los insectos, las flores, las pieles y las fiestas.


Para la primera exposición de Cyp la crítica de arte María Luisa Torrens (Montevideo, 1929-2013) hizo hincapié en un asunto que, a diferencia de otros países de la región como Brasil, Chile y Paraguay, ha sido característico del arte uruguayo: el escaso apoyo hacia los artistas autodidactas. “La Galería de Arte del Palacio Salvo (Galería U) que siempre está alerta a los nuevos valores nacionales, presentó el año pasado a otro naif.4 Con C.C. se enriquece esta línea de creación que hasta el presente contó con escasos estímulos en el medio.”5 Esta precoz adscripción de Cristiali al universo naíf sería puesta en entredicho en más de una oportunidad. El crítico Eduardo Vernazza (Montevideo, 1910-1991), en ocasión de la Primera Muestra Uruguaya de Arte Naíf en el Subte Municipal, alertaba desde las páginas del diario El Día sobre dos grupos de artistas, aquellos que “teniendo tal vez en su poder la literatura del arte se han improvisado ingenuos” y aquellos otros que sin poseer formación académica se han forjado un conocimiento propio con cierto grado de experticia; también estos últimos estarían inhabilitados para considerarse plenamente ingenuos: “Pose Ballejo ‘ha inventado’ este procedimiento del puntillismo mediante la inyección pictórica. Lo conocíamos como expositor, y no creemos entre su obra en un carácter «Naíf» total aun cuando certifique su paciente labor, la repetición y el encuentro del punto que va formando una decorativa escala de color, con la terquedad del hacer, pero también ya formado a su manera.”6 

Otra crítica del diario El País también le negaba esta condición de ingenuo: “Las obras de Cyp Cristiali expuestas en la Galería de Arte del Palacio Salvo forman una verdadera galería de intrincados colores. Mal llamadas «naïve» ponen al descubierto las dotes de un colorista nato que con gran libertad y espontaneidad, sigue los caprichos de su imaginación.”7 

Vale la pena señalar que cuando se habla de naíf o pintura ingenua no se hace referencia a la personalidad del artista sino a unos resultados plásticos que nos recuerdan, en el creador adulto, a algunas de las soluciones formales que emplean los niños para sus dibujos, como el uso del color saturado y la ausencia de perspectiva convencional. 

Los posibles atributos ingenuos de la obra de Cyp se aprecian cuando asoma la figuración, por ejemplo, un paisaje marino, unos elefantes u otros animales que se colocan unos dentro de otros. Allí el ingenuismo resulta evidente porque Cyp no elabora teóricamente sus temas. Los motivos son simples o no son. Los templos y las casas tienen una forma sintética e inocente.  

La recurrencia de cruces y de copas y de elementos zoomórficos sencillos como los mencionados, sugiere un universo de referencias visuales acotadas, que se llevan al soporte sin una reflexión acerca de sus posibles simbolismos. Evidentemente, Carnot fue educado en la fe católica pero no pretende practicar la intertextualidad en sus cuadros.8 Tampoco parece interesarle la historia del arte. Todo lo cual no le resta mérito ni potencia. Más bien al contrario. Se diría que el universo comienza con él, en cada pintura. Sea como fuere, la estructuración de sus obras se complejiza por la proliferación cromática y por la solución insólita del espacio pictórico: la temática pasa a ser irrelevante. 

En tanto mecanismo de expresión espontánea, que por momentos nos recuerda la escritura automática, su obra se manifiesta también como una liberación de procesos psíquicos interiores que va mejorando o “ganando” durante el proceso mismo. 

En ese sentido, su producción simbólica se acerca más al llamado arte de los visionarios, que en Uruguay conoció en Magalí Herrera (Tranqueras, 1914 - Paso Carrasco, 1992) a una reconocida exponente de nivel internacional y tiene hoy a Alexandro García (Montevideo, 1970) como otro de sus principales representantes. 

Magalí Herrera participó del reducido núcleo canónico que el artista, teórico y coleccionista francés Jean Dubuffet (Le Havre, 1901 – París, 1985 ) estableció para aquellos genios del art brut que no padecieron disturbios mentales o emocionales extremos o que, al menos, no se conservan evidencias clínicas de los mismos: “Magalí Herrera quiso siempre separarse de otros colegas (naïfs o ingenuos, pacientes psiquiátricos reunidos en el museo suizo) y afirmó su condición de primitiva, en el sentido de ajena a una formación cultural académica o formal, basada más bien en la intuición del transcurrir natural de las cosas.”9 

Al igual que Cyp, desde el comienzo de su tardía incursión en la pintura a la edad de 50 años, Magalí desarrolló un procedimiento meticuloso basado en finas y cortas pinceladas circulares realizadas con plumines chinos y pinceles de marta, y no se apartó de la temática de corte “astronómico”. Pueda resultar acaso ilustrativo del talante de sus aspiraciones creativas citar algunos títulos de sus cuadros: “Intrincadas construcciones del Universo”, “Hacia dónde va el planeta Tierra”, “Radiación cósmica”, “Espuma marina sobre las ondas del Espacio”, “Somos los descendientes remotos del Bing Bang”.10 El despliegue orgánico de manchas y veladuras, constituye otra de las marcas distintivas de la obra de Magali, cuya formación autodidacta se alimentó de viajes al Lejano Oriente y prácticas naturistas. Tanto Cristiali como Herrera concibieron mundos visionarios en donde predominan las formaciones orgánicas, “naturales”,  y en donde la presencia humana y sus obras es suprimida o mínimamente sugerida. 

Por otra parte, las creaciones de Alexandro García son, en este sentido, opuestas, y no conocen precedentes en la creación autodidacta local. Las intrincadas ciudades, mundos e inframundos inéditos que representa, fueron primeramente “ideados” por “fuerzas inteligentes” y sus dibujos pueden verse como vislumbres conscientes de una realidad que sucede allende la percepción natural: cumplen la doble función de los mapas estelares y los emblemas (del cambio de Era). Desde el punto de vista formal, el abigarrado esquematismo geométrico –rectas, pirámides, trapecios, escaleras, círculos, espirales– encuentra un paralelo en el sincretismo cultural de sus creencias personales: las “presencias” que habitan sus dibujos son, en la exégesis de Alexandro, guías y formas tutelares de la espiritualidad suprema. Conjugan saberes de un pasado remoto –como la cultura precolombina Maya–, con el futuro cercano de la vida en el universo. 

En tres momentos históricos diferentes, Magalí, Cyp y Alexandro coinciden en la amplitud de sus visiones cósmicas. Pero mientras la artista riverense y Alexandro parecen dirigir su mirada hacia el espacio exterior, Cyp vuelca la suya hacia un territorio de exploraciones internas. El puntillismo enervado y matérico constituye una manera radical de introspección y ensimismamiento personal. Sus principales obras, las más complejas y de mayor tamaño,  pueden entenderse como una verdadera conquista del espacio interior, que se revierte y extrapola hacia mundos inexplorados ¬(sus búsquedas artísticas coinciden históricamente con el auge de la carrera espacial).11 

 


Simetría, evolución y envolvimiento


Viví al solo ruido de llamas crepitantes.

Al solo perfume de su calor;

Yo era como una barca bajo el agua cerrada,

Como un muerto tenía un único elemento.


En la obra de Cyp Cristiali se advierte el proceso creativo, la “cocina” del pintor, ya que mantiene un ritmo sostenido de descarga  –la distancia regular entre los pinitos– que solo concluye –horror vacui– cuando se acaba la superficie a pintar. Opera según un sistema de adición y de adhesión: la sumatoria de ese goteo controlado de la jeringa que queda fuertemente fijado al soporte de duraboard. El resultado es una pintura erizada, eléctrica, de fuerte impacto visual.

En general el artista compone, como ya dijimos, formas orgánicas: semejan floraciones y líquenes, organismos de contornos brillantes que crecen y se desarrollan al interior de sus cuadros como si habitasen un arrecife. Aunque también hay obras de corte más geométrico. En estas últimas, los sutiles degradé de fondo potencian la sensación de profundidad y proponen un juego de planos yuxtapuestos. Orgánicas, geométricas o figurativas, en muchas de estas pinturas se observa una tendencia marcada hacia la simetría. Se establece un eje axial o dos, a partir de los que se desarrolla la expansión del color y de las formas.

Refiriéndose a sus pinturas el crítico Nelson Di Maggio (San José de Mayo, 1928) evoca los mandalas: “En las composiciones abstractas, de tamaño mayor (40 x 60 cm), evoca resonancias orientales, una suerte de extrañas mandalas, de una riqueza cromática seductora que, de repente, emerge la silueta de una figura humana atrapada en la red de múltiples puntos como una metáfora de su propia existencia del artista.” 12 

Si bien se puede coincidir con el sentido general de esta afirmación de Di Maggio, por ejemplo, en cuanto a la riqueza de su colorido, lo cierto es que no se verifica en las pinturas de Cyp esa circularidad que es condición sine qua non de los mandalas (mandala en sáncrito significa círculo). Los diseños concéntricos, cuando los hay, no obedecen a un orden acabado, no prima necesariamente el equilibrio ni la unidad del campo pictórico: hay proliferación, caos, multiplicidad. Es interesante señalar un comentario de testigos oculares que refieren a su método de trabajo: “Se concentraba mucho. Estuve sentada junto con él. Estaba pintando un cuadro empezando por una punta en un vértice y formaba algo y en un momento empezaba por el lado contrario o por la izquierda y después lo encajaba todo. ¡Era una cosa de locos!”. 13  El mismo artista nos da indicios de su proceder: “Yo pinto siempre con un solo color. Es decir, primero pongo todo lo que es azul, luego sucesivamente coloco cada color donde lo necesito hasta lograr un efecto que me gusta.” 14 

Ciertamente, el gesto de colocar puntos o conitos de pintura posee un componente mecánico, físico, de obligada regularidad pero tal técnica no supone nunca en su caso una limitante expresiva. Se ubican las formas, basculan, discurren en ondas, se organizan hasta clausurarse en sí mismas.

 La concentración mental necesaria para mantener el ritmo así como la inventiva para variar y administrar el complejo entramado de formas y colores se va tornando más afinada a medida que avanza en la práctica.  Su procedimiento se podría comparar a la música del jazz; el cuadro es creación e improvisación sobre una base rítmica o melódica: el artista va definiendo su accionar sobre la marcha. Es muy probable que esta sea una de las principales razones por las que mantiene formatos pequeños y medianos y no pinta obras de dimensiones más grandes o murales: supondría un esfuerzo desmesurado de concentración, que está supeditada siempre a la energía del impulso inicial.15 




Mi nombre es muchos nombres


Sobre el trampolín de mi puerta

Sobre los objetos familiares

Sobre la onda del fuego bendito

Escribo tu nombre 16


La firma, Cyp Crisitaili, aparece generalmente integrada a la composición. Es un seudónimo, un acrónimo, para ser más exactos.  El acrónimo es una sigla que se pronuncia como una palabra y que debido a su uso habitual, se va incorporando al habla. Un ejemplo típico es la palabra láser (Light Amplification by Stimulated Emission of Radiation) ya que en el idioma inglés el empleo de los acrónimos es más frecuente que en español. Pero acrónimo también se denomina a un vocablo formado al unir parte de dos palabras: se fusionan dos elementos léxicos tomando del primer elemento el inicio y del segundo el final. “Por ejemplo, el término telemática procede de telecomunicación e informática, que a su vez es acrónimo de información y automática.”17 El significado de un acrónimo es, por tanto, igual la suma de los significados de las palabras que lo conforman. El acrónimo Cyp Crisitiali está compuesto por sus iniciales, las de su esposa Yiya y sus hijas Cristina y Alicia. En su última época, sabemos que incluye, además, la primera letra del nombre de una nieta (A). Esta práctica del acrónimo era de uso muy popular en la clase media de los años sesenta y setenta: solo pensemos en la cantidad de casas de veraneo en la costa del Río de la Plata cuyos nombres se dan mediante acrónimos de índole familiar. 

Ahora bien, el nombre Carnot Pose es muy poco frecuente, y se podría suponer que cumple con los requisitos que todo artista precisa para diferenciarse de los demás. Pero la ideación del seudónimo y la firma son muy importantes en la vida de un creador porque señalan su originalidad, expresar el valor de una obra única y particular, perteneciente a una historia propia. Es el signo de la identidad definitiva. Los seudónimos se crean habitualmente para subrayar esa singularidad y evitar posibles confusiones con otros nombres de artistas, así como para evidenciar el compromiso de una persona con cierto estilo de vida, su máscara (persona) social.

Aun así se podría pensar que con el nombre Carnot no hace falta un seudónimo. Pero aquí es importante señalar la consecuente imaginación del artista. Pues este nom de guerre está dado por un proceso de adición y de sumatoria muy similar a su propio proceso pictórico. Para los artistas autodidactas la historia personal, la circunstancia de vida, cuenta en mayor medida que para el artista profesional. Este último define sus competencias creativas y sus habilidades laborales, concibe una estrategia de vínculo con otros profesionales –galeristas, marchands, museos, colegas artistas–  e incluso suele elaborar una teoría o al menos alguna hipótesis acerca del impulso creativo y del rol que cumple su arte en el seno de la sociedad. Para un autodidacta todo eso suele pasar a un segundo plano o directamente no existir de manera consciente. 

Cuenta su hija Alicia que Cyp “era muy “familiero”. Y fue precisamente un problema familiar –el embarazo adolescente inesperado de una de sus hijas– que lo empujó a dedicarse a la pintura. Su acto creativo poseía, dicho por sus familiares y amigos cercanos, una función terapéutica, sanadora, en tanto elaboraba procesos psíquicos inconscientes y los volcaba a la tabla sin frenos racionales. Se liberaba, hacía catarsis y se abandonaba al placer de pintar. En esa acción participa de lo trascendente, es decir, que trasciende sus problemas y su peripecia vital para ofrecerlas a la comunidad, y esta característica de su arte lo emparenta con otras formas de ritualidad, como la de los huicholes en el estado Nayarit de México, quienes trabajan con abalorios adheridos a una tabla ceremonial cubierta de cera y resina llamada nearika y cuyos resultados se asemejan en colorido, pese a partir de cosmovisiones muy diferentes. También hay cierta proximidad formal de Cyp con el trabajo ancestral de los aborígenes australianos, cuyos sueños y visiones son elaborados en base a un puntillismo envolvente sobre corteza de eucalipto: es el famoso bark painting, procedente del norte de Australia y que constituye una de las expresiones artísticas más antiguas del mundo, con 40 mil años de antigüedad. 

Visto, por tanto, su  método y sus resultados con una mirada más comprensiva, con un cierto sesgo antropológico, entendemos mejor su obra y sus cometidos simbólicos. Su firma, que comprende el nombre de la familia y su núcleo de pertenencia queda casi siempre integrada a la composición, sumergida e indisociada en ese mundo de color y de movimiento que se acrecienta en oleadas. Las aves, las mariposas, los templos, las estrellas y los seres luminosos que comparecen en sus pinturas están allí en una dialéctica veloz, son como flujos de energía vital. Su pintura, que es un envolver y proteger constante a esas las formas, envuelve y protege a los suyos, a través de su firma, y les otorga un sentido trascendente. 

Al fin y al cabo, esa es una de las principales funciones del arte de todas las épocas; simbolizar los procesos vitales, comunicarse con los demás en un plano que nos abarca y que nos da sentido como personas. La obra de Cyp Cristiali manifiesta de un modo personalísimo y potente la energía vital que necesita proliferar y expandirse. No hay vacío en su obra, ni pérdidas: solo crecimiento y plenitud. 




Notas


1. Los epígrafes de cada capítulo corresponden a dos poemas de  Paul Eluard (Saint-Denis, Francia, 1895 -1952), que transcribimos aquí en su francés original: “Je fis un feu, l’azur m’ayant abandonné, / Un feu pour être son ami, / Un feu pour m’introduire dans la nuit d’hiver / Un feu pour vivre mieux. // Je lui donnai ce que le jour m’avait donné: / Les forêts, les buissons, les champs de blé, les vignes, / Les nids et leurs oiseaux, les maisons et leurs clés, / Les insectes, les fleurs, les fourrures, les fêtes. // Je vécus au seul bruit des flammes crépitantes, / Au seul parfum de leur chaleur; / J’étais comme un bateau coulant dans l’eau fermée, / Comme un mort je n’avais qu’un unique élément.” Pour vivre ici (1918), Paul Éluard. Traducción de María Teresa León y Rafael Alberti en Paul Eluard, Poemas (1917 – 1952), Ed. Lautaro, Buenos Aires, 1957.

2. Entrevista del autor a Alicia Pose, hija del Cyp Crisitiali, del 17 de noviembre de 2020.

3. “Cyp Cristiali”. Nota de prensa sin firma en el Diario El País, Montevideo,  27 de julio de 1975.

4. Hace referencia a la exposición de Alfredo “Lucho” Maurente inaugurada por Enrique Gómez (Montevideo, 1930 – 2019)  en la misma galería en mayo de 1972.

5. María Luisa Torrens, texto de invitación al vernissage de la Galería U jueves 31 de mayo de 1973, Montevideo, Exposición Cyp Crisitiali.

6. Eduardo Vernazza, “La aguja hipodérmica y un discutido Naíf”, diario El Día, Montevideo, 23 setiembre 1976.

7. “Cyp Cristiali”. Nota de prensa sin firma en el Diario El País, Montevideo,  27 de julio de 1975.

8. “El primer cuadro grande que hizo con sylvapen era una iglesia, Santo Domingo. Era creyente pero no era practicante… aunque nos hacían ir a misa.” Entrevista a Alicia Pose, 17 de noviembre de 2020.

9. Nelson Di Maggio, “Los olvidados (6): Magali Herrera”. Diario La República, Montevideo, 5 de julio de 2004.

10. Obras que actualmente se encuentran en la Colección de Art Brut de Lausana.

11. El tema de los artistas visionaros uruguayos fue abordado con mayor amplitud por el autor en el catálogo de la exposición Alexandro García. No estamos solos, Galerie Christian Berst, París, 2010.

12. “Los olvidados (3): pintor Cyp Cristiali”, diario La República, Montevideo, 14 de junio de 2004. 

13. Entrevista con Alicia Pose del 17 de noviembre de 2020.

14. “Cyp Cristiali”. Nota de prensa sin firma en el Diario El País, Montevideo,  27 de julio de 1975. 

15. Los formatos en los que ha desarrollado su obra son básicamente tres: obras pequeñas de 30 x 25 cm, medianas de 40 x 40 cm y grandes de 60 x 41 cm. Otra razón que podría incidir serías la escasez de materiales idóneos: “En Buenos Aires en la calle Libertad, en la librería Leader, recuerdo que compró esos óleos y ahí le encantaron esos óleos.  Así que cada vez que yo iba me mandaba traer. Se no enojaba si no le traía esos óleos.” Entrevista con Alicia Pose del 17 de noviembre de 2020.

16. “Sur le tremplin de ma porte / Sur les objets familiers / Sur le flot du feu béni / J’écris ton nom.” Liberté (1942), Paul Éluard. Traducción de María Teresa León y Rafael Alberti en Paul Eluard, Poemas (1917 – 1952), Ed. Lautaro, Buenos Aires, 1957.

17. https://es.wikipedia.org/wiki/Acr%C3%B3nimo Consultado el 5 de diciembre de 2020.






Exposiciones.


Individuales


1973

Cyp Crisitiali. Galería de Arte Palacio Salvo, Mayo 31 al 17, Montevideo.

Texto de invitación de María Luisa Torrens.

1974. 

Cyp Crisitiali. Galería Lirolay, Mayo 31 al 17, Buenos Aires. Organizada por galería U de Uruguay.

Cyp Cristiali. Banco República, sin datos.

1975

Cyp Crisitiali. Galería de Arte Palacio Salvo, Julio 16 al 29, Montevideo.

Texto de invitación de Enrique Gómez

1978

Cyp Cristiali. Alianza Francesa, 10 de noviembre 1978, Montevideo.

Curador Nelson Di Maggio

2021

Cyp Cristiali. Caos y Cosmos. Galería Misiones, febrero-marzo, José Ignacio

Curador Pablo Thiago Rocca


Colectivas


1976

Primera muestra uruguaya de arte naif, Instituto de Cultura Uruguayo-Brasileño (I.C.U.B.) Subte Municipal, 22 de setiembre al 1 de octubre, Montevideo, 1976. Con la colaboraicón de Intendencia Municipal de Montevideo y Diario “El País”. Expone tres obras sin título. Jurado: Mario Berta, Ángel Kalenberg, Vicente Martín. Coordinadora: María Luisa Torrens. Artistas seleccionados. Ketty Corredera, Carmen Vega, Héctor del Castillo, Hugo De Marco Martínez, María Magariños, Aldo Olase, Agó Páez, Ulises Patrone, Raquel Pérez, Jean Pradier, Margarita Ramos, Carnot Pose (Cyp Cristiali) y Alfredo Maurente. De Brasil: Manuel Alexandre Filho, Crisaldo d'Assunção Morais, Elza de Oliveira Souza, Gerson Alves de Souza, Iaponi Soares Araujo, Isabel de Jesús, Ivonaldo Veloso de Melo, José Antonio da Silva, María Auxiliadora Silva, Grauben do Monte Lima, Neuton Freitas de Andrade, Paulo Wladimir, Waldomiro de Deus Souza y Heitor dos Prazeres.


1977 

Pintura ingenua uruguaya. Julio-Agosto 1977. Galería de Arte de la Alianza Francesa, Montevideo. Curada por Nelson Di Maggio. Artistas participantes: Baltazar Balta, Delia Boado, Adriana Braceras Lussich, Elisa Canu, Eida de Cruz Duque, Isabele D. de la Cola, Héctor del Castillo, Rosario Magariños, Alfredo Maurente, Héctor M. Maya, Juan A. Parma, Shehila Etchebarría, Ambrosia Fagúndez, Julio García Velásquez, Jorge M. Gavary, Raquel P. de Caubarrere, Margarita Ramos de Pastori, Luis A. Raimondi, Mónica Sáenz, Inés Ugarte, Francis Vigil, María Rosa Zumarán.


2008 

Arte otro en Uruguay. Curada por Pablo Thiago Rocca 18 de noviembre – 12 de diciembre 2008, Plataforma Centro Mec, Montevideo. Artistas participantes: Luis Borteiro, Oscar Caballero, Rafael Cabella, Raúl Javiel Cabrera “Cabrerita”, Rosa Cazhur, Emiliano Custodio, Juan Carlos Cortese, Cyp Cristiali, Alberto “Beto” da Rosa, Solbey Espasandín, Miguel Euguren, Epifanio Fernández, Alicia Ferrari, Carlos “Pinki” Fuentes, Alexandro García, Magalí Herrera, Orfila Martins, Américo Masaguez, Francisco Matosas, Alfredo “Lucho” Maurente, Michael Meckert, Juan Manuel "Turco" Méndez, Ergasto Monichón, Juan Ángel Palomeque, Alberto Panzardi, Miguel Pérez, Humberto Rigali, Italia Ritorni, Adeliano Silva, Ángel Silva, Miguel Ángel Tosi, Carmelo Vergalito, Guillermo Vitale


2017

Arte otro en Uruguay. Muestra itinerante. Museo de Artes Plásticas de Tacuarembó, ciudad de Tacuarembó. Curada por Pablo Thiago Rocca. Artistas participantes: Víctor Andrade,  Daniel Barboza, Rosa Cazhur, Cyp Cristiali, Alberto Da Rosa, Miguel Euguren, Carmen García Pernas, Magalí Herrera, Lía Mainero, Orfila Martins, Alfredo "Lucho Maurente" Maurente, Alberto Méndez, Manuel "Turco" Méndez, Ergasto Monichón,  Annie Namer, Alda Pereira, Odín, Adeliano Silva, Alejandro Yanes.










Dis/tensiones: los 10 primeros diálogos

 Dis/tensiones. Arte otro vs otros artistas 

Esta exposición inusual reúne la producción de artistas autodidactas y de artistas uruguayos consagrados que se interpelan mutuamente. Una confrontación que es un juego y una pulseada de tensiones creativas. 

Los vínculos entre las obras suelen ser de forma, de color o de tema. Pero también puede acontecer que el contraste marque la pauta de esa relación… o que surjan puntos de contacto en detalles sutiles. Pronto el espectador se verá envuelto en este cruce de miradas con artistas de la colección Arte otro en Uruguay y artistas en la Galería Sur. 

Las fronteras entre lo que hemos dado en llamar “arte otro” y “arte contemporáneo” son más difusas de lo que a priori se piensa.  Al final, lo que cuenta es la felicidad de una solución plástica que es inherente a cada obra y al talento del artista que la concibió. A partir de allí se generan conexiones inesperadas y fascinantes que vale la pena descubrir. 

En esta primera parte comentamos diez "diálogos" posibles entre las obras expuestas.

Pablo Thiago Rocca



DIS/TENSIONES (1)

La espiral para Verónica Artagaveytia (Montevideo, 1955) es una forma de intensa pregnancia. Atrapa la vista, hipnótica, al relacionarla con el cuerpo humano. En este caso, con el cuerpo de mujer: remolino de donde la vida surge y se alimenta. Artagaveytia practica el ejercicio de la escultura móvil conjuntando la rapidez del trazo –dibujo lineal que se eriza en el corte metálico– y las pendulaciones a lo Alexander Calder… incluso, suma a veces la performance –su propio cuerpo– y la integra al medio natural.  

Aquí, en cambio, su obra plana y colgada de la pared, “dialoga” con ese otro remolino de cuerpos que propone Carmen García Pernas (Montevideo, 1955). El intercambio es de forma (torbellinos), de color (grises, blancos y negros) y de motivo (el cuerpo femenino como protagonista). Musicalidad, dinamismo y espontaneidad caracterizan ambos planteos, con diferentes grados de complejidad en su tratamiento gráfico-plástico.

Carmen García Pernas. "Sin título", tinta china sobre papel, 46 x 33 cm, c. 2005. Colección Arte otro en Uruguay.

Verónica Artagaveytia. "Sin título", aluminio, 50 x 39 cm. s/f. Cortesía Galería Sur

Foto de Lía Rocca





DIS/TENSIONES (2)

La orfandad humana en un sentido existencial constituye el eje temático de gran parte de la producción artística de TOLA INVERNIZZI (Montevideo, 1918 – Piriápolis, 2001). “El gran drama del hombre es pensar al hombre. Porque un hombre es el resultado de la humanidad. Tiene que cumplir un rol individual dentro de ese hecho colectivo.” (Entrevista a Tola de Carlos María Domínguez, "Introducción a la erótica en un bar de Montevideo", Brecha, 23/03/01). Pues bien, para Tola la sociedad impone al hombre una maquinaria de alienación que lo atraviesa, lo fragmenta y lo subvierte. El ser humano pelea contra esa maquinaria y solo por un esfuerzo de conciencia puede encontrar su ser en el mundo. 

Para DANIEL BARBOZA (Villa Constitución, Salto, 1967) la pintura es, ante todo, un medio para expresar sus fantasías. La mujer en la piscina también está escindida y parece lacerada en un costado. Pero fuma bajo el agua, literalmente, y los seres marinos la rodean y bailan con ella. La mujer está integrada al mundo, o mejor dicho, sumergida en él y su alienación no es, por tanto, ideológica ni metafísica. Ambos artistas ven en la pintura un camino hacia la libertad y prescinden de la representación anatómica convencional. Ambos están más allá de las destrezas técnicas y de la copia de la naturaleza. Desde ese sitial personal y excéntrico se comunican con el observador y lo (nos) involucra(n) en el dolor y en la alegría de estar vivos.

Daniel Barboza. "La mujer en la piscina", acrílico sobre fibra, 160 x 88 cm, 2014. Colección Arte Otro en Uruguay. 

Tola Invernizzi. "Composición en rojo con hombre y botella", Óleo sobre tabla, 93 x 122 cm, repintado 1993. Cortesía Galería Sur.




DIS/TENSIONES (3)

Recogiendo chapitas de refrescos y trozos de vidrio de la calle, recortando tiritas de papel y embadurnándolas a piacere, ERNESTO VILA (Montevideo, 1936) reconstruye las siluetas de la memoria social del país. Coloca a sus personajes admirados –Gardel, Schiaffino, Gurvich, entre otros– junto con amigos de la infancia en composiciones frágiles donde campean las sutilezas de color y los tonos apastelados. A veces la silueta no llega a formarse del todo, como en esta obra, con un rostro que parece brutalmente clausurado. La vivencia de la cárcel –como preso político– y del exilio, juega un rol importante en ese ejercicio memorioso.

VÍCTOR ANDRADE (Montevideo, 1980) también crea su obra con elementos encontrados en la calle –donde vivió la mayor parte de su vida– que le sirven de soporte para sus pinturas de fuerte cromatismo. Pinta superhéroes y personajes populares de la televisión y las revistas y, raras veces, a él mismo, como en este potente autorretrato con fondo celeste. La operativa de Víctor está pautada por la urgencia de desprenderse de sus obras –no tiene dónde colgarlas– y todo el proceso de creación y circulación de su arte es tan veloz como intenso. 

El encuentro entre los dos sistemas creativos no nos deja indiferentes: contrastan los colores pero se complementan en cierta forma, la raigambre popular los nutre, la naturaleza visceral de sus diferentes “presentes” los emparenta.

Víctor Andrade. "Autorretrato", Pintura acrílica sobre fibra, 56 x 56 cm, 2016. Colección Arte Otro en Uruguay.

Ernesto Vila. "Sin título", Técnica mixta sobre papel, 42 x 30 cm. s/f. Cortesía Galería Sur.




DIS/TENSIONES (4)

A la obra meditada, horizontal y preciosista de JUAN DE ANDRÉS (Cerro Largo, 1941) contraponemos aquí la diagonal de una calle violentamente empinada de RAFAEL CABELLA (Montevideo, 1932-1992). Cuando en el segundo todo es gesto, expresión, ímpetu y ardor, en el primero, en cambio, la máxima regla parece ser la contención. Ambos colocan intuitivamente los colores para transmitirnos un sentido de equilibrio, aun en la tempestad anímica de Cabella. 

Los dos cuadros dialogan a su vez con la historia de la pintura uruguaya. El cielo-mar de Cabella nos recuerda los toques matéricos de Alfredo De Simone, la solución geométrica del maestro Juan de Andrés posee un aire madí. Ambas obras, de pequeño formato, son como un concentrado perfecto –o la superación– de dos vertientes fundacionales de las vanguardias modernas, el expresionismo y el constructivismo.

Rafael Cabella. "Calle empinada" óleo sobre tabla, 27 x 35,5 cm, 1971. Colección Arte Otro en Uruguay

Juan de Andrés "Sin título". Técnica mixta sobre papel, 38 x 38 cm, 2018. Cortesía Galería Sur



DIS/TENSIONES (5)

Cuando a DANIEL BARBOZA (Villa Constitución, Salto, 1967) le leyeron el cuento de Felisberto Hernández “Las Hortensias”, se le ocurrió plasmarlo en una “muñeca” que conserva una postura rígida, medio robótica, aunque muy alegre y colorida. Los pelos “de punta” de Hortensia son clavos firmemente incrustados en su cabeza, tiene un solo brazo duro y unas piernas bien arraigadas y robustas. Hay algo sumamente tosco en la representación del personaje que, sin embargo no le resta ternura –destacan las largas pestañas de sus ojos y la abotonada y alegre blusa– ni cierto encanto humorístico (“le falta una chancleta”, me confesó su autor mientras me la entregaba).

El humor y la sana inventiva definen toda la obra de WILLIAM MOREIRA CRUZ (El Sauce, Canelones, 1962) y esta no es la excepción: el músico, al que se le ve “el pajarito”, toca un embudo a modo de trompeta (referencias que van desde el Bosco al hombre de hojalata del Mago de Oz), posee una delicada nariz de pestillo y un frágil cuerpo de casa ambulante o buzón pobre. La gestualidad que consigue el artista con sencillos elementos caseros es de un talante imaginativo y de una frescura de la que solo algunos niños muy niños son capaces.

El encuentro entre los dos personajes autómatas no podría ser más feliz. Tal parece que uno inicia el cortejo musical para la otra, en un juego de seducción que puede dar pie a una historia de amor fantástica o trágica, teniendo de fondo a los arrebatados personajes de Ergasto Monichón (y una pintura de Eduardo Cardozo) como principales testigos.

William Moreira. "Músico", Técnica mixta, 31 x 18 x 9 cm. s/f. Cortesía Galería Sur

Daniel Barboza. "Hortensia" Ensamblaje en madera policromada, 45 x 26 x 15 cm, 2014. Colección Arte Otro en Uruguay.



DIS/TENSIONES (6)

Este sector de la muestra reúne un singular y breve bestiario, una tríada de seres quizás mitológicos, quizás reales en su pura imaginación. Comparten la extraña condición de lo indeterminado: en cualquiera de los tres es difícil estipular la especie a la que pertenecen. El gallo con cabeza humana de Nicolás Sánchez ALFALFA (Mérida, Venezuela, 1983) es una bestia intelectual, gallarda y de aire señorial. Lleva una mano alzada en el gesto de tomar un cigarrillo o explicar algún argumento filosófico mientras se sostiene todo él en una pata de afilada púa. Quimera ambigua que está, sin embargo, magistralmente definida por la precisión de un trazo limpio, de una racionalidad lúcida y compacta: es un monstruo de la razón. 

En cambio, el personaje del cuadro titulado “Cazador de monstruos”, monstruo él también, tiene cerca de sus fauces de mono a una mariposa (¿o será la mariposa la cazadora del monstruo?) y aparece aureolado por una bruma confusa. Escapó seguramente de alguna pesadilla de ERGASTO MONICHÓN (San José, 1891-1987), amargo fruto de un encierro sexagenario en el psiquiátrico, obra maestra del claroscuro y del trazo a mano alzada. 

Para finalizar, el animal creado por ALBERTO MÉNDEZ (San José, 1958) puede ser un burro, una comadreja, un conejo o una mulita. Puede ser todo lo tierno que encontremos en esta extraordinaria cruza. Las tres composiciones persuaden por su organización espacial intuitiva, orgánica y por su genética desconcertante.

Alfalfa. Sin título. Tinta china sobre papel 35 x 49 cm. Cortesía Galería Sur

Ergasto Monichón. "Cazador de monstruos". Lápiz de color sobre papel, 23 x 16,5 cm, ca 1965-70. Colección Arte Otro en Uruguay.

Alberto Méndez Sin título. Óleo pastel sobre cartón, 49 x 35 cm, 2012. Colección Arte Otro en Uruguay.



DIS/TENSIONES (7)

La repetición acelera el aprendizaje. En muchas sociedades los niños aprenden repitiendo y copiando el quehacer de sus mayores. Los actos repetitivos pueden llevar a una rutina empobrecedora cuando se hacen maquinalmente, sin concentración ni ganas, o pueden, por el contrario, llevar a un estado de trance –como en la percusión tribal y los mantras– para conectarnos con otras realidades. En las artes plásticas la repetición genera ritmos, pausas y aceleraciones. Repitiendo mensuramos e intervenimos el tiempo.

Alejandro Yanes (Santa Lucía, 1972) dibuja sus motivos –idílicos recuerdos de la infancia- minuciosamente. Si tiene que representar una casa dibuja ladrillo a ladrillo, un árbol se construye rama por rama con sus hojas enfrentadas, los autos en la carretera se conducen en filas perfectas. Luego rellena los espacios entre esas líneas con colores vivaces. Antes de recibir la carga de los colores, podría decirse que las obras de Alejandro son constructivas, pues se realizan en una armonía basada en los ritmos. Luego el color lo cubre todo y deja aflorar la alegría de los recuerdos.

Roberto Piriz (Montevideo, 1966) también trabaja sobre los recuerdos, aunque más que imágenes figurativas, se trata de sensaciones y de atmósferas anímicas. Los estudiados ritmos de sus maderitas verticales se alternan con el juego de las tonalidades y la horizontalidad del conjunto. Cada fragmento de madera nos cuenta su historia, sus muescas, sus cicatrices, sus repintes. La obra se construye pacientemente. Nada queda al azar o muy poco: lo suficiente para comprender la profundidad del tiempo transcurrido sobre la materia.

En el presente diálogo de obras plásticas es el color celeste el que comunica y predomina, junto con los mencionados ritmos de fondo. Son dos artistas que, se diría, en principio, practican lenguajes contrapuestos. Pero si miramos atentamente veremos que hablan el mismo idioma.

Alejandro Yanes. "Leñadores", pintura acrílica sobre fibra, 39 x 52 cm, 2014. Colección Arte Otro en Uruguay 

Alejandro Yanes. "El gran rancho", pintura acrílica sobre fibra,35 x 48 cm, 2015. Colección Arte Otro en Uruguay 

Roberto Piriz. Sin título. Técnica mixta sobre madera, 20 x 59 cm. Cortesía Galería Sur





DIS/TENSIONES (8)

La imaginería popular de José “Pepe” Castro (Bueu, España, 1936) convoca al humor, la crítica social y el sincretismo estético. Sus creaciones son como el cauce de un gran río al que confluyeran los saberes anónimos, las historias personales y el relato histórico como sátira y contradiscurso. Representa muy bien el espíritu lúdico de esta exposición DIS/TENSIONES: por eso las dos esculturas de Pepe están situadas a modo de guardianes o entes tutelares al inicio de cada una de las dos salas.

La primera escultura representa a Juan Díaz de Solís como la figura del héroe estúpido. De nada le sirvió el gran trabuco que lleva en la cintura ni la espada de palo que deja caer en una mano. Es el conquistador conquistado, cuya principal protección ante los flechazos que lo atraviesan ha sido una pelela infantil invertida que se le ocurrió colocar en lugar del yelmo. La expresión resignada del personaje lo dice todo, está entregado a su mala suerte. Puede verse también como una versión plástica del Manifiesto antropófago (1928) de Oswald de Andrade.

La segunda escultura representa a La Pocha, una prostituta que forma parte de la mitología personal del artista. La Pocha es portadora de los atributos vergonzantes de la (doble) moral burguesa. Su cuerpo es dadivoso (ver los grifos) pero ella también es un ser bifronte, esconde en un costado a un peligroso hombre armado.

José Castro, Sin título. Madera y objeto, 134 x 24 x 6 cm. Cortesía Galería Sur

José Castro, Sin título. Madera tallada y objetos, 139 x 43 x 14 cm, 2019. Cortesía Galería Sur




DIS/TENSIONES (9)

Las maderas duras, cargadas de historias y de tiempo son la materia prima de estos dos artistas. 

WIFREDO DÍAZ VALDÉZ (Treinta y Tres, 1932) las interviene con precisión de cirujano o de experto relojero. Examina su interior con delicados cortes, desarma el maderamen intrínseco y lo hace cantar con clavijas y cuerdas, puertas y bisagras que nos muestran el interior como si de una lustrosa habitación salieran los vestigios de una vida secreta, hasta ese momento secreta, donde otrora corría la savia que hoy está detenida en vetas color carmesí. El viejo durmiente de la vía del tren, el tablón de duro quebracho centenario, se yergue y enseña su corazón en una disección poética y luminosa. 

MANUEL “TURCO” MÉNDEZ (San Gregorio de Polanco, 1970) de profesión pescador, rescata raíces de árboles del monte nativo que flotan a la deriva por el Río Negro. El agua “cura” la madera, que al pasar un tiempo en las corrientes termina por expeler su albúmina y ya no le pueden atacar los insectos. La madera que flota en el agua durante años o se sumerge en ella sin pudrirse, penetra al círculo de lo sagrado. Manuel ve en esos troncos las figuras de animales o de antiguos moradores de la tierra: talla mascarones de proa para barcos imaginarios o tótems que se elevan para propiciar una comunión atávica con los seres del monte. 

Ambos artistas condensan imágenes interiores para transportarlas a la madera con el beneficio de su imaginación. Ambos son virtuosos de la técnica, aunque las imágenes de uno sean precisas y delicadas y las del otro recias y severas.

Wifredo Díaz Valdéz, Sin título. Talla en madera, 172 x 18 x 19 cm. Cortesía Galería Sur

Manuel Méndez. "Mascarón de proa" Talla en madera,80 x 25 x 25 cm. ca. 2000, Colección Arte Otro en Uruguay.





DIS/TENSIONES (10)

La obra de MARCELO LEGRAND (Montevideo, 1961) se reconoce en una manera de entender el arte como derrotero interior –el conocimiento de una clase de energía– tal como se desprende de algunos de sus escritos. Ese enfoque habilita una lectura metafórica de sus obras en tanto campo de batalla: las distintas pulsiones interiores se manifiestan y entrelazan en el cuadro como ideas en pugna y estímulos en contradicción. Hay una poética del conflicto en Legrand, o mejor dicho, una poética de las tensiones. El pintor puede trabajar años en un pequeño sector de la obra, acumulando esas tensiones que se disparan o se comprimen aún más. La abstracción le permite vehiculizar sus emociones, canalizarlas en rápidos trazos o morosos estudios. La paleta puede alcanzar la estridencia de una explosión. Salpicar, rayar, esparcir, borronear, manchar, ningún procedimiento le es ajeno. 

Una similar carga energética ostentan las pinturas de MIGUEL ÁNGEL TOSI (Montevideo, 1946), un genio de la pintura al pastel. Tosi es el artista “brut” por antonomasia, intuitivo y visceral. Se sirve de motivos que inventa o que recrea de alguna imagen previa (revistas, fotos, televisión) para llevarla a un punto de gran tensión y a la vez de gran armonía compositiva. “El hombre en llamas” (el título es nuestro) sostiene una botella con un líquido evanescente, parece un raro elemento que ha capturado mientras alimenta con el cigarrillo un fuego extraño, que enciende todo un sector del cuadro. La manera en que dispone los colores en los brazos, vectores que conducen la mirada tanto del personaje como del observador, y la libertad con que acomete un motivo común para transformarlo en un acontecimiento no deja de sorprendernos. 

Marcelo Legrand. Sin título.Técnica mixta sobre tela, 96 x 125 cm. s/f. Cortesía Galería Sur

Miguel Ángel Tosi. "El hombre en llamas". Pastel sobre papel. 50 x 68 cm.c a 2000. Colección Arte Otro en Uruguay

DIS/TENSIONES (arte otro y otros artistas) en Casa Colonial, Treinta y Tres esq. Dodera, Maldonado, Uruguay. Horarios: Martes a domingo de 17 a 21 hs. Hasta el 6 de marzo.

Artistas: 

Víctor Andrade / Álvaro Ardao / Federico Arnaud / Verónica Artagaveytia / Daniel Barboza / Andrés Barca / Luis Borteiro / Óscar Caballero / Rafael Cabella / Javiel Raúl Cabrera / Eduardo Cardozo / José Castro / Rosa Cazhur / Cyp Cristiali / Juan de Andrés / Wifredo Díaz Valdéz / Alicia Ferrari / Luis Fonseca / Franc / Carmen García Pernas / Miguel Herrera / Tola Invernizzi / Virginie Isbell / Ignacio Iturria / Marcelo Legrand / Lía Mainero / Alfredo "Lucho" Maurente / Alberto Méndez / Manuel Méndez / Ergasto Monichón / William Moreira / Virginia Patrone / Ricardo Pickenhayn / Roberto Píriz / Sebastian Sáez / Fábio Servetti / Ángel Silva / Miguel Tosi / Nicole Vanderhoeght / Ernesto Vila /Alejandro Yanez / Yudi Yudoyoko