Al filo de las expresiones "naïf" y los nuevos primitivos, la obra Gorki Bollar destaca por su delicada factura e impactante cromatismo. Queda poco menos de una semana para que el visitante pueda apreciar obras originales de este artista radicado en Amsterdam, Holanda. Hasta hace muy poco, sus trabajos eran escasamente conocidos en el panorama de las artes visuales uruguayas. Esta muestra que culmina el viernes 27 de marzo, primera individual de Bollar en Uruguay, busca resarcir este desconocimiento. Hemos por ello seleccionado algunas críticas que han aparecido en la prensa nacional y alentamos al público a visitar la muestra.
Los sueños lúcidos de Gorki Bollar en Dodecá, calle San Nicolás 1306, a una cuadra de la rambla de Punta Gorda. De lunes a sábados de 10 a 21 horas. Hasta el viernes 27 de marzo de 2015.
"Lúcidos, solitarios, primitivos. En los pequeños cuadros hay perros, árboles, calles, casas,
canales de agua, globos aerostáticos y algún barco, con su chimenea
desproporcionada, de tamaño inapropiado para la composición general y en
relación al resto de las figuras. Hay mucho color, es cierto. Si no fuera por
el color, serían de enorme peso emocional, casi insoportables. Hay hombres insertados en esos paisajes
urbanos, sobre todo hombres con sombras de barba de pocos días en el rostro.
Pero hay hombres y perros y árboles extraños, sueltos en el plano de la
pintura, recortados, desnudos, sin sentido evidente, sin vínculos aparentes,
desconectados, cada uno en su propio contorno. Algunas figuras están desnudas.
Otras vuelan de costado por un cielo azul claro sin rastros de movimientos.
Otros posan sobre un caballo, otros caen de globos o miran de frente al
espectador, intrigantes e intrigados. La mayoría son toscos, duros,
enigmáticos. Las escenas son aparentemente frías, silenciosas, estáticas. Son
Los sueños lúcidos de Gorki Bollar, título de la muestra inaugurada en la
pequeña y siempre luminosa sala blanco de Dodecá, en su sede de Punta Gorda, en
la calle San Nicolás. Su autor, un artista uruguayo radicado en Holanda desde
1976, un hombre de nombre ruso puesto por su padre en homenaje a Máximo Gorki,
mezclado con un apellido de origen vasco.
La exposición de Gorki Bollar (Montevideo, 1944), cofundador
del Taller Montevideo (1963), un grupo mítico de los años 60, de
investigaciones en el campo de la cinética y las novedades tecnológicas,
incluye algunas pinturas y una serie interesante de dibujos, publicados en el
libro La bicicleta etrusca, de Pablo Thiago Rocca. Se completa con algunaos
recortes de diarios de los años 60 y varios testimonios sobre la presencia
histórica del autor y su grupo en estas tierras, antes de radicarse
definitivamente en Europa. Hay algunas fotos divertidas. Un grupo de cinco
jóvenes con poleras negras en una pose que se parece más a un grupo musical que
a artistas plásticos. Está fechada en la año 1967 en Londres. Allí están de
pie, sonrientes, con algún pucho en la mano los cinco integrantes del Taller
Montevideo: Héctor Vilche, Clara Scremini, Armando Bergallo, Gorki Bollar y
Ernesto Vila. En la misma vitrina, una nota titulada “Taller Montevideo triunfa
en Londres”, que habla de una experiencia realizada con un director de teatro
uruguayo, otra que da cuenta de la trayectoria del grupo desde su fundación en 1964,
de sus raíces torresgarcianas y la realización de algunos murales en lugares de
la ciudad. Hablan también de las exposiciones, de los trabajos individuales, de
su búsqueda en varias líneas de materiales (tapices, cerámica, piezas
metálicas) para finalmente mencionar el trabajo “vanguardista” vinculado a la
tecnología, en el que se embarcaron en Europa, especialmente en Inglaterra, ya
con la incorporación de Ernesto Vila.
Todo es breve y preciso en este acercamiento al artista que
fue alumno de José Gurvich (1927-1974), quien entre otras cosas le recomendó
seguir su propio camino. Alcanza para ver una obra madura, con la solidez de un
autor que supera la apariencia aunque simule que fue realizado por un niño.
Algo casi imperceptible de Gurvich hay también en esos personajes desatados,
recortados en el plano, desubicados en el conjunto que impacta por su limpieza,
sencillez, claridad y tonos personales. Pero lo que en Gurvich bulle con
imágenes infinitas y explosión interminable, en Bollar aparece en construcciones
precisas de imágenes aisladas, de figuras aparentemente desconectadas. Hay
extrema selección, ahorro en el desborde, con recursos desplegados en
construcciones plásticas limpias que empujan a la extrañeza, perturban,
involucran. En estos mundos construidos a plano de color tan personal, el autor
se queda con lo esencial. Y logra que el factor humano juegue un rol en primer
plano, desconcertante. Como en los sueños, pero en el sueño ‘lúcido’ del que
habla el artista, donde uno parece elegir y despejar y soplar para que quede lo
sólido, lo que está bien pegado como en un collage, lo que no se deshace en el
aire.
La muestra incluye algunas pinturas con el estilo particular
del artista, catalogado por sus trazos entre primitivo y naïf, aunque él mismo
se ha encargado de descifrar estas fronteras a veces difusas. “Los naïfs
tienden a mirar hacia fuera, a través del lente naïf. Por el contrario, el
primitivo puede ser descrito como alguien que observa el interior con un ojo
inocente, y en él ve un mundo de formas imaginadas”. Es cierto, Bollar está
cargado de inocencia pero también de introspección. Mira hacia adentro y esa
combinación es conmovedora.
Sus dibujos están casi en proceso de realización. Pero no
son borradores. O al menos, parecen eludir este pequeño y sutil límite en el
que la línea queda en suspenso a la espera de alguien que la complete, esa
margen extraño donde la imagen termina por afirmarse, rebelada ante al
insistencia de su creador. Esos dibujos ya están prontos, aunque escasamente
poblados. Sus figuras humanas parecen recostadas al papel, a ese espacio vacío
y terrible en el plano blanco del papel.
Un vacío propio de la mano que decide irse y apenas tocar la creación
inicial, básica, la más provocadora. Es la vida que surge en un par de trazos
rígidos, estáticos, a imagen y semejanza de la plenitud lograda en los hombres
a color, a plena luz, en el borde la una ciudad atravesada por un canal, por
globos, por gente que anda en bicicleta. Hay rostros que vuelven una y otra vez
su mirada hacia el espectador, interrogantes, curiosos. Son hombres y mujeres
de rostros cortados a hachazos, fuertes, de narices chatas y pocos detalles.
Casi todos serios, aunque alguna sonrisa parece escapara de un leve movimiento
de labios. Pero a diferencia de las pinturas, están en otro contexto, más
radical, más existencial, tal vez por propio vacío material. Aparece uno detrás
de una escalara pesada que no va a ningún lado, otro en una callecita
solitaria, apretado por edificios de un paisaje exótico. Hay figuras míticas
pero delicadas, hay sombras que apenas se insinúan, hay árboles que parecen
formas de un territorios imposible de definir.
Es imprescindible e ineludible que el arte llegue a ese
punto de simulación en el que un cuerpo humano ya no lo es, un río ya no es un
río, un paisaje no se parece a nada que uno haya visto en este mundo. La obra
de Bollar es cautivante, esencial en esa soledad, en esos mundos soñados, en
esas figuras que esperan expuestas, de cara al visitante, para apelar a la poca
lucidez que todavía pueda rescatar de la mirada del otro. Como los nios cuando
miran desconcertados o lejanos. Desde la emoción que provoca estar a punto de
descubrir algo. Esa es la sensación final de una obra y un artista uruguayo
fugazmente recuperado." Carlos A Muñoz. Búsqueda. Jueves 19 de febrero de 2015. Pág. 37.
Dibujos en Relaciones. El número de marzo 2015 de la revista Relaciones, que dirige Saúl Paciuk, fue ilustrado con nueve dibujos de Gorki Bollar. En esta revista se publica también un fragmento del texto que fue titulado en este mismo blog como Sueños lúcidos. Un acercamiento a la pintura de Gorki Bollar: "GORKI BOLLAR, el plástico uruguayo que reside en Holanda, es el autor de los dibujos que se reproducen en este número, en los que un aire enigmático omnipresente los aproxima a lo que Pablo Rocca llama 'sueños lúcidos'. Las obras se exhiben en la Fundación Dodecá, durante todo el mes de marzo."
Dos pintores en síntesis. "...Por su parte, el Centro Cultural Dodecá presenta a Gorky Bollar (Montevideo, 1944), cofundador del histórico Taller de Montevideo en 1963, junto a Armando Bergallo, Héctor Vilche, Clara Scremini, en su primera exposición en el Semanario Marcha, ampliando sus integrantes y técnicas en la muestra del Jockey Club (entre ellos Susana do Pazo, hoy reconocida restauradora), para luego agregarse Ernesto Vila. Disconforme con el ambiente, el grupo fundacional se marchó a Europa donde adquirió nombradía por su audacia experimental (Ámsterdam, Londres, Venecia, Chicago). El grupo se disolvió en 1979, se llamó Taller Ámsterdam y redujo el número de integrantes. En 2000 estuvieron en el Museo Nacional de Artes Visuales y todavía el país tiene una agenda pendiente con su extensa y original actividad, que sigue, con variaciones, hasta hoy, separados definitivamente en 2004. Bollar fue uno de los primeros en separarse para seguir un camino individual. Se aferró a la pintura. El pequeño espacio de Dodecá se adecua como un anillo al dedo a sus dibujos y pinturas. Once dibujos que ilustran La bicicleta etrusca (2014), poesías de Pablo Thiago Rocca, siguiendo una línea narrativa que de manera sesgada e incorrecta está afiliada a los ingenuos yugoslavos y a la corriente metafísica italiana de Giorgio de Chirico, así como las cinco pequeñas pinturas y una de formato mediano, fechadas entre 1967 y 2012 / 2013. Tienen un cierto encanto, aunque no siempre están bien resueltas, pero es aventurado sacar conclusiones cuando se ignora lo que pasó en medio de las fechas mencionadas. En contraste con la limpidez del montaje, se hace notar la desprolijidad del jardín de entrada y los yuyos de la vereda. Influencia de la cultura mujiquista (sic), quizá, conquistadora de un amplio sector de la sociedad uruguaya.." Nelson Di Maggio, Voces, 5 de marzo de 2015.
Sobre los dibujos de La bicicleta etrusca, cuyos originales se exhiben en Dodecá: "... El plástico Gorki Bollar hace más que ilustrar el texto. Genera su propio universo, en parte paralelo y en parte en diálogo, que al darle un ancla figurativa a esta Etruria y sus habitantes, curiosamente no la situá más cerca del lector, sino que la aleja. Así, la Etruria de Rocca y Bollar es tan inalcanzable, que sólo se puede llegar a ella a través de la poesía. Cualquier otro puente resulta inoperante..." Roberto López Belloso, Brecha, 17 de octubre 2014.
Arte onírico. Nota televisiva de Gustavo Fernández para Televisión Nacional Uruguaya sobre la muestra de Bollar. Para ver el video haga clic aquí
Imágenes: Las dos postales al inicio que reproducen cuadros de Gorki Bollar y el boceto a lápiz, son gentileza de Susana Do Pazo.
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