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El próximo jueves 7 de mayo, a las 19 horas, inaugura en Fundación Unión (Plaza Independencia 737, Montevideo) Arte Naïf en Uruguay. La exposición reunirá obras, fotografías y documentos de veintinueve creadores uruguayos, algunos en actividad, otros históricos, cuyas expresiones artísticas participan del llamado "arte ingenuo" y han sido producidas en distintas partes del país en un arco de tiempo que, en conjunto, abarca más de un siglo.
“Sin ingenuidad no hay belleza verdadera. Un árbol,
una flor, una planta, un animal, lo son ingenuamente. Yo diría que el agua es
ingenuamente agua sin lo cual aspiraría a ser acero pulido o cristal”
1
Pese a que la expresión arte naïf
se ha popularizado y casi nadie ignora que refiere a una creación de aire
infantil hecha por adultos, queda por establecer qué significado peculiar
guardan hoy en día estas manifestaciones artísticas y determinar su lugar en el
panorama de las artes visuales uruguayas.
La porosidad de las fronteras de un
arte que puede ser disfrazado de ingenuo por artistas más o menos educados en
las tradiciones modernas y la tentación de crear un estilo “fresco” a los ojos
de un mercado ávido de supuestas purezas de espíritu, no facilita la tarea de
los compradores, coleccionistas y teóricos del arte.
De cualquier modo, a los auténticos
naïf poco puede inquietarles estas elucubraciones. Es la práctica gozosa de la
creación lo que motoriza sus actos, la búsqueda de un paraíso que parece
haberse perdido entre los rebuscamientos y prisas de la vida citadina, entre la
pasividad y el anonimato propiciados por la avalancha de los nuevos recursos
tecnológicos.
El arte ingenuo es, en este
sentido, una forma de resistencia silenciosa y casi involuntaria, un remanso
para una sociedad gobernada por la producción del capital y el consumo
superfluo.
Naïf significa ingenuo en francés,
derivado del latín nativus que significa
“innato”, “original”, “natural”. El término nace, tal como se lo entiende hoy,
en los albores del siglo XX con los mayores tiempos de ocio que posibilita a
las capas sociales medias el desarrollo de la industria. Surge también del afán
personal por desarrollar una habilidad que pueda ser bien considerada en el
ambiente familiar o en el círculo de las amistadas mundanas.
Pintores domingueros, amateurs,
jubilados, aventureros del pincel o del modelado, emplean sus ratos perdidos en
imaginar situaciones y paisajes prístinos, recobran con la opulencia de los
colores la belleza de un mundo interior que se revela a los ojos de los demás y
a los suyos con la fuerza de una visión esperanzada.
Son, a diferencia de las
tradiciones populares anónimas –que históricamente le preceden y con las cuales
están en cierta forma emparentadas–, expresiones de una individualidad que
pugna por salir.
La libertad de crear sin ataduras,
sin leyes perspectivas o técnicas aprendidas, trae consigo errores y
recompensas. Incluso los errores pueden trocarse en recompensas, pues de la
valentía de afrontarlos sin ocultar ni menospreciar las limitaciones propias de
un oficio complejo, surgen soluciones plásticas que no pasan por alto los
conocedores del arte y que llaman la atención por su viveza y espontaneidad.
Hay, asimismo, un cambio de
sensibilidad que habilita una mayor competencia interpretativa para más
personas: ya no interesa recrear la realidad natural tal cual se ve o se cree
ver –que la fotografía se encargue de “copiarla” –: importa decir lo que se
siente y cómo se siente. El arte ingenuo se envalentona con el fervor de las
vanguardias y adhiere a las conquistas de éstas. Baste recordar la famosa
sentencia que el “aduanero” Henri Rousseau (1844-1910), indiscutido padre de la
pintura naïf, le espetara a Pablo Picasso en 1908: “Somos los dos mejores
pintores de nuestro tiempo, tú en el estilo egipcio y yo en el estilo moderno”.
Lo cierto es que un análisis detenido del fenómeno del ingenuismo también en el ámbito local ofrece dificultades en varios sentidos, ya que las fronteras se tornan porosas no sólo en la dicotomía entre el artista autodidacta y el “profesional”. También dentro del universo de los artistas singulares surgen dudas acerca de cuando lo infantil predomina y cuándo el talante expresivo toma las riendas de la creación.
Las producciones artísticas de los
creadores no son homogéneas, ya se improvisen caseramente o hayan pasado por
los corredores del taller y atravesado las puertas de la galería y los museos.
El contacto con lo “ingenuo” puede asomar en el horizonte temporal de un mismo
creador innato para luego sucumbir ante épocas de una pulsión más arrebatada y
enérgica, o más abstracta y menos comunicativa.
Características del arte naïf que
hemos de considerar como ejes curatoriales de esta muestra son: la supremacía
del color, la necesidad de colmar
de sentidos y de formas toda la superficie –no librar blancos ni demasiados
vacíos significantes–, el alejamiento deliberado o involuntario del naturalismo
académico en pos de una figuración emotiva o fantástica, la tendencia a lo narrativo y a la
minucia –a contar historias con elementos no verbales pero precisos– en
oposición a lo abstracto y lo detenido… y sobre todo, una visión positiva y
luminosa de la existencia; un sentir que, ante la formulación global de un
concepto artístico, incline el fiel de la balanza hacia ese costado más alegre
y menos angustioso de la creación.
Huelga aclarar que en ningún
artista se dan estos atributos o propiedades en su completa expresión, de manera conjunta. Pero se espera
que los reconozcamos en su esencia y que vertebren sus maneras.
“Ni
en la época de su formulación, ni en la de su auge, ni ahora que ya constituyen
especimenes de antología, se dieron en Uruguay el ingenuismo ni el
super-realismo o el futurismo. El hecho es tanto más notable si se advierte
cómo inciden algunas de esas tendencias en las trayectorias artísticas de
Brasil, Argentina y Chile. Cuando aquí se llega a filiar alguna pintura como
‘ingenua’ es porque, en la mayor parte de los casos, responde a incapacidad
resolutiva y no a determinada voluntad…”. 2
¿Constituye el arte ingenuo una
corriente histórica más en el concierto de las vanguardias modernas? ¿O se
trata más de una actitud que de una
corriente artística propiamente dicha? ¿Existe en Uruguay un número de
creadores que amerite una aproximación histórica al tema? O por el contrario,
como sostenía García Esteban, ¿Uruguay carece de intérpretes capaces de dicho
fenómeno? Estas son algunas de las
demandas que esta muestra pretende solventar. O, quizás, más modestamente,
intenta aportar elementos para un debate necesario fundado en evidencias
empíricas y en posibles derivaciones.
Pablo Thiago Rocca.
***
1.
Denis Diderot, “Sobre lo ingenuo y la lisonja”, citado por Jorge A. Camarota en
“Un esquinazo al olvido: vida, obra y milagro de Joaquín Medina, pintor de
tela”. Revista Paralelo 32, Paysandú, sin fecha, pág 33.
2.
Fernando García Esteban, Panorama de la pintura uruguaya contemporánea, Ed. Alfa, Montevideo, 1965.
Imágenes en orden de aparición: San Francisco de Asís por Lía Mainero, Hipopótamos y helicópteros por Daniel Barboza y Nuestra Señora de La Paloma por Alfredo Maurente (detalle).
Imágenes en orden de aparición: San Francisco de Asís por Lía Mainero, Hipopótamos y helicópteros por Daniel Barboza y Nuestra Señora de La Paloma por Alfredo Maurente (detalle).
Agradecimientos:
Cecilia Brugnini / Sergio Caplan / Eduardo Cardozo / Isabel Cavadini / Ema Crottogini / Osvaldo do Campo / Adriana Dupont / Kirai de León / Julio
Elizalde / Eloísa Ibarra / Enrique Gómez / Laura Juan / Estela Magnone / Ana Prego / Marlene Profumo / Paola Puentes / María Luisa Ritorni / Osmar Santos / Fernando Stevenazzi / Darvi Vargas / Guillermo Vitale (h).
Casa del Autor, Museo y Centro de Documentación de AGADU / Casa de la Cultura, Intendencia Municipal de Paysandú / Intendencia Municipal de Rivera / Colonia Dr. Bernardo Etchepare.
Casa del Autor, Museo y Centro de Documentación de AGADU / Casa de la Cultura, Intendencia Municipal de Paysandú / Intendencia Municipal de Rivera / Colonia Dr. Bernardo Etchepare.
Créditos de la Exposición:
Curaduría: Pablo Thiago Rocca / Coordinación general: Pablo Thiago Rocca y Alicia Pérez / Asistencia general: Carolina Muniz / Producción: Fundación Unión / Restauración: Alicia Barreto / Montaje en sala: Rodrigo Candia y Pedro Abdala
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