Adeliano Silva: pintor místico y popular

En este informe especial recogemos documentos, fotografías y pinturas del pintor riverense Adeliano Silva (Minas de Corrales, 3/4/1915 - Rivera, 10/11/1991), cuya excelencia pictórica corre pareja con el desconocimiento que se tiene de su obra. La mayor parte del material que aquí presentamos fue proporcionada por el profesor y artista Osmar Santos, a quien agradecemos su generosidad. 


“Crucifixión”, óleo sobre fibra


«... Lo perseguía la tragedia. De muchacho sufrió una fractura y su familia no supo retirarle el yeso a tiempo, condenándolo a usar muletas de por vida. Ya mayor, aconteció un incendio en su casa precaria del que fue rescatado por un vecino en plena crisis nerviosa. Adeliano Silva contrapuso a los quebrantos de salud y sinsabores de una vida pobre y accidentada, su fe en la religión Bahai y el don de la pintura. 

Trabajó como carpintero de obra. Más tarde alquiló un quiosquito en Santana do Livramento donde realizaba el afilado de cuchillas y reparaba paraguas. Alentado por una hermana que concurría al Taller de Artes Plásticas de Rivera, se acercó a mediados de los años 60 con algunos papeles: “Entonces ya dibujaba como lo que vemos aquí”, asegura Osmar Santos, quien le enseñó a preparar un lienzo y hacer un bastidor, pero no intervino en cuestiones formales. 

Su obra, de acusado simbolismo religioso (hoy quizá, sólo interpretable en forma correcta por algún adepto a Bahá’u’lláh), se tiñe con atmósferas oníricas y narrativas de corte popular.

Adeliano resuelve los problemas de figuración y espaciales de su pintura (incursiona también en el desnudo femenino) con el empleo intuitivo de las proporciones áureas, y con una paleta de colores muy amplia que modula en acuerdo a un sistema personalísimo de reducciones tonales. La completa producción de Adeliano, que ronda los 150 cuadros, amerita una reconsideración a escala nacional tanto desde un punto de vista estético como hermenéutico. Drama que persiste: es uno de los grandes desconocidos de nuestra plástica...» 
















«... Hay un artista de raigambre popular que no ha alcanzado, muy injustamente, el reconocimiento que merece. Quizás porque su peculiar producción posee un sesgo enigmático que lo coloca en el rincón de los “raros”, junto con Guido Silva y Javiel Cabrera ("Cabrerita").

Se trata del riverense Adeliano Silva (1915-1991), cuya pintura se reconoce por un delicado manejo tonal y por el original planteo simbólico. Su vida muy pobre y accidentada, su entrega a la religión Bahai, que implicó renuncias de todo tipo, no contribuyeron a la difusión de una obra que llegó a exponerse sólo en Rivera y en Maldonado. Nos queda la irrepetibilidad del lenguaje cifrado de Adeliano.

Si bien es cierto que las interpretaciones que él daba de su pintura podían variar“según la hora del día”, según nos comentaba Osmar Santos, eso también sucede a cualquier artista inserto en una tradición popular viva que desconoce o rechaza la pluralidad del arte contemporáneo: la interpretación se renueva con la propia contemplación de la obra, se aggiorna siempre de acuerdo a códigos preestablecidos. Pero esta actualización –que implica un necesario devaneo– no inhabilita el juicio momentáneo del artista. Así como tampoco nos libra hoy de su pérdida. A partir de la muerte de Adeliano y debido a la falta de documentación, no hay acceso posible a esos “mensajes” que están como encriptados en las imágenes religiosas del artista. 

Quizás algún adepto de la Bahai pueda ayudar a descifrar su misterio. Pero es muy probable que se trate de un lenguaje intuitivo y onírico ideado por el artista con cierto asidero en su doctrina. No es la obra de un artista moderno, de un Torres García o un Figari, por citar ejemplos reconocidos, en donde, por un lado, podemos revisar sus reflexiones teóricas y por otro, nos es dada la posibilidad de la libre interpretación. Los de Adeliano son los símbolos de su fe reificados bajo la luz de una visión solitaria. No es aventurado afirmar que cada cuadro de Adeliano Silva representa una anécdota referida a un corpus general pero desprendiéndose de éste como acontecimiento único y personal. La pérdida de la voz del artista, de sus comentarios y escritos, es irreparable en este caso, y semeja la extinción de su propia especie. Su tragedia exacerba o patentiza visualmente el drama de la desaparición física de toda vida humana.

El equilibrio entre la veta arquetípica y las citas a las personalidades de la actualidad, en el repertorio de los creadores populares, suele volcarse hacia uno y otro plato de la balanza según los intereses comunicativos y las secretas pulsiones interiores de cada artista. En Adeliano Silva prima una sofisticada simbología de carácter místico, con tendencia al arquetipo... » 








Textos de Pablo Thiago Rocca de Otro arte en Uruguay, Linardi y Risso, Montevideo, 2009.

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