Cyp Cristiali en Galería de las Misiones de José Ignacio

 


Hasta el 15 de marzo de 2021 se podrá visitar esta exposición, la primera gran muestra individual de Cyp Cristiali a más de tres décadas de su muerte. 

Se repasa de este modo la trayectoria de este importante artista autodidacta, representado en dos exposiciones colectivas de Arte Otro en Uruguay (Plataforma MEC, Montevideo, 2008, y Museo de Artes Plásticas de Tacuarembó, 2017). 

La actual muestra que se exhibe en Galería de las Misiones (José Ignacio, calle las Garzas, entre los Tordos y Golondrinas, todos los días de 13 a 21 horas) se acompaña de un catálogo bilingüe (español-inglés) con información documental y un ensayo escrito por Thiago Rocca, del que adelantamos algunos fragmentos. 




Cyp Cristiali en la Alianza Francesa de Montevideo, noviembre de 1978


Cyp Cristiali. Los laberintos del fuego y del coral

La trayectoria creativa de Carnot Pose, más conocido por el seudónimo artístico de Cyp Crisitiali, fue tan intensa y radiante como sus pinturas. Su producción detallista y copiosa se concentró en un lapso reducido –poco más de un lustro en la década de los setenta del siglo pasado–, realizó pocas exposiciones y desapareció de la escena casi tan misteriosamente como había surgido.

El misterio comenzó a una edad bastante avanzada –pasando los 50 años– con un alias apenas más extraño que su nombre propio y un procedimiento pictórico extravagante con el que obtuvo, sin embargo, resultados notables.




Tapa del catálogo de la exposición de Cyp Cristiali en Galería Misiones


Carnot Israel Pose Mesías Ballejo (Lascano, 19 de febrero de 1922 – Montevideo, 4 de agosto de 1988) fue el décimo hijo de una familia de doce hermanos. A los cinco años su familia se radicó en Montevideo, proveniente del departamento de Rocha. “A los doce años ya trabajaba y fumaba”.  Desde muy joven se dedicó a la enfermería, profesión a la que entregaría su vida. Circunstancias personales y familiares adversas lo empujaron ya maduro y sin formación previa al dibujo, acaso como una terapia o un mero pasatiempo: “Al principio me entretenía formando dibujos con sylvapen. Los puntos de colores se encargaban por sí mismos de convertirse en formas; un día, mis compañeros del hospital me regalaron óleos y una tabla de duraboard, para que mis pinturas fueran más brillantes. Entonces se me ocurrió poner óleo en la jeringa de inyecciones y con una aguja gruesa comencé a poner los mismos puntos, esta vez con relieve.” 

Pero Carnot no se durmió a la sombra de ese hallazgo sorprendente. Investigó y trabajó su técnica, probó un sinfín de variantes formales y de a poco fue adentrándose por un camino personal y laberíntico. 




En un par de años cayó en la cuenta de las implicaciones estéticas de sus elecciones y se decidió a exponer: su pasatiempo era también un lenguaje que expresaba emociones e ideas, que traducía en colores la riqueza de un mundo interior bullente, un fuego que crecía con formas desbordadas y danzarinas. Produjo centenares de pinturas con este sistema, pintura de relieve que nos recuerda también a ciertos bordados y a las creaciones de pueblos originarios (...)

Los posibles atributos ingenuos de la obra de Cyp se aprecian cuando asoma la figuración, por ejemplo, un paisaje marino, unos elefantes u otros animales que se colocan unos dentro de otros. Allí el ingenuismo resulta evidente porque Cyp no elabora teóricamente sus temas. Los motivos son simples o no son. Los templos y las casas tienen una forma sintética e inocente.  




La recurrencia de cruces y de copas y de elementos zoomórficos sencillos como los mencionados, sugiere un universo de referencias visuales acotadas, que se llevan al soporte sin una reflexión acerca de sus posibles simbolismos. Evidentemente, Carnot fue educado en la fe católica pero no pretende practicar la intertextualidad en sus cuadros. Tampoco parece interesarle la historia del arte. Todo lo cual no le resta mérito ni potencia. Más bien al contrario. Se diría que el universo comienza con él, en cada pintura. Sea como fuere, la estructuración de sus obras se complejiza por la proliferación cromática y por la solución insólita del espacio pictórico: la temática pasa a ser irrelevante. 

En tanto mecanismo de expresión espontánea, que por momentos nos recuerda la escritura automática, su obra se manifiesta también como una liberación de procesos psíquicos interiores que va mejorando o “ganando” durante el proceso mismo. 

En ese sentido, su producción simbólica se acerca más al llamado arte de los visionarios, que en Uruguay conoció en Magalí Herrera (Tranqueras, 1914 - Paso Carrasco, 1992) a una reconocida exponente de nivel internacional y tiene hoy a Alexandro García (Montevideo, 1970) como otro de sus principales representantes (...)



En la obra de Cyp Cristiali se advierte el proceso creativo, la “cocina” del pintor, ya que mantiene un ritmo sostenido de descarga  –la distancia regular entre los pinitos– que solo concluye –horror vacui– cuando se acaba la superficie a pintar. Opera según un sistema de adición y de adhesión: la sumatoria de ese goteo controlado de la jeringa que queda fuertemente fijado al soporte de duraboard. El resultado es una pintura erizada, eléctrica, de fuerte impacto visual.







Fotos de sala de Lía Rocca el día de la inauguración de la muestra, 20/2/2021

En general el artista compone, como ya dijimos, formas orgánicas: semejan floraciones y líquenes, organismos de contornos brillantes que crecen y se desarrollan al interior de sus cuadros como si habitasen un arrecife. Aunque también hay obras de corte más geométrico. En estas últimas, los sutiles degradé de fondo potencian la sensación de profundidad y proponen un juego de planos yuxtapuestos. Orgánicas, geométricas o figurativas, en muchas de estas pinturas se observa una tendencia marcada hacia la simetría. Se establece un eje axial o dos, a partir de los que se desarrolla la expansión del color y de las formas (...)

Cuenta su hija Alicia que Cyp era muy “familiero”. Y fue precisamente un problema familiar –el embarazo adolescente inesperado de una de sus hijas– que lo empujó a dedicarse a la pintura. Su acto creativo poseía, dicho por sus familiares y amigos cercanos, una función terapéutica, sanadora, en tanto elaboraba procesos psíquicos inconscientes y los volcaba a la tabla sin frenos racionales. Se liberaba, hacía catarsis y se abandonaba al placer de pintar. En esa acción participa de lo trascendente, es decir, que trasciende sus problemas y su peripecia vital para ofrecerlas a la comunidad, y esta característica de su arte lo emparenta con otras formas de ritualidad, como la de los huicholes en el estado Nayarit de México, quienes trabajan con abalorios adheridos a una tabla ceremonial cubierta de cera y resina llamada nearika y cuyos resultados se asemejan en colorido, pese a partir de cosmovisiones muy diferentes. También hay cierta proximidad formal de Cyp con el trabajo ancestral de los aborígenes australianos, cuyos sueños y visiones son elaborados en base a un puntillismo envolvente sobre corteza de eucalipto: es el famoso bark painting, procedente del norte de Australia y que constituye una de las expresiones artísticas más antiguas del mundo, con 40 mil años de antigüedad.



Visto, por tanto, su  método y sus resultados con una mirada más comprensiva, con un cierto sesgo antropológico, entendemos mejor su obra y sus cometidos simbólicos. Su firma, que comprende el nombre de la familia y su núcleo de pertenencia queda casi siempre integrada a la composición, sumergida e indisociada en ese mundo de color y de movimiento que se acrecienta en oleadas. Las aves, las mariposas, los templos, las estrellas y los seres luminosos que comparecen en sus pinturas están allí en una dialéctica veloz, son como flujos de energía vital. Su pintura, que es un envolver y proteger constante a esas las formas, envuelve y protege a los suyos, a través de su firma, y les otorga un sentido trascendente (...) *


* Fragmentos del ensayo Cyp Cristiali. Los laberintos del fuego y del coral de Pablo Thiago Rocca. Catálogo de Galería de las Misiones, 2021.


No hay comentarios: