Arte Otro, 15 años: Como encendidos

Por María José Santacreu*


Hay otra versión de lo underground, es decir, de lo que se aleja de la corriente principal, que poco tiene que ver con ser joven, estar enojado y oponerse al sistema. Son esas manifestaciones las que fueron a buscar, hace 15 años, el investigador y crítico Pablo Thiago Rocca y la artista plástica Eloísa Ibarra a todos los rincones del país. Con ellas, empezaron a dibujar un mapa del arte uruguayo que cuenta una muy otra historia.



Parejas de tango, óleo sobre tela, 1972. Colección Arte Otro en Uruguay. Alfredo Lucho Maurente (San Carlos, 1910 – La Paloma, 1975)


Son los exponentes nacionales del art brut, del arte ingenuo, el arte primitivo; artistas excéntricos, autodidactas o naturales que vinieron a enriquecer la visión que teníamos de la producción plástica nacional. Si miramos los títulos con los que los periodistas, en un ya lejano 2008, quisieron dar cuenta de este proyecto que comenzó a mapearlos, veremos fácilmente de lo que estamos hablando: «Los singulares del arte», dijo Nelson Di Maggio, «Los inclasificables», escribió Santiago Hermida en La Diaria, «De lo auténtico», tituló en estas mismas páginas Francisco Tomsich, y Alfredo Torres, fiel a su estilo, remató «Arte otro, arte en bruto o como sea», desde Dossier.

Seguramente todo empezó con Javiel Raúl Cabrera, con el conocimiento profundo y la defensa del valor de su obra que siempre sostuvo Rocca y que, a la postre, lo llevó a ser curador de las dos muestras que organizó el Museo Nacional de Artes Visuales entre 2018 y 2019. Pero a decir verdad, no nos aporta demasiado saber si fue Cabrerita el que lo llevó al resto o si vino todo junto. 

Lo cierto es que Rocca e Ibarra empezaron un relevamiento en 2007 sin recursos financieros y, al año siguiente, el proyecto Arte Otro en Uruguay levantó vuelo –vuelito– con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura. Y decimos vuelito no por ser despectivos con los fondos que se dedican en nuestro país a este tipo de investigaciones, sino por la certeza de que este tipo de proyectos son una obra en construcción constante y que dejan un legado del que, luego, hay que ocuparse y, por tanto, necesitarían recursos sostenidos en el tiempo. Es que nuestro país, de lo que más sabe, es de patrimonio generado a impulsos individuales (coleccione, archivos) cuyo presente descansa pesadamente en hombros individuales o de pequeños colectivos, y cuyo destino es siempre incierto.

«Bueno, ¿qué pasará con el archivo una vez que no lo estemos sosteniendo? Nos corresponde las generales de la ley», dice Thiago Rocca cuando le pregunto. «¿Qué pasa con los artistas cuando fallecen, por ejemplo, con sus obras y sus archivos? Es que aquellos que se han tomado la molestia de ordenar bien el trabajo, de tenerlo estructurado, pueden legar con mayor facilidad sus obras. Y en este caso es lo mismo, intentamos seguir sosteniendo el archivo con una agenda apretada de actividades y con un orden bastante estricto en cuanto al material que generamos, que registramos, que relevamos. Hay dos aspectos del proyecto Arte Otro: uno es el material informativo que se ha ido generando y otro es la colección, diría casi involuntaria, de piezas de arte que artistas y familiares han ido donando, y a los que no he sabido decir que no. Y, bueno, ahora también es una responsabilidad darle difusión, mantenerla organizada y en condiciones de guardado adecuadas –lo que no es sencillo porque tiene un costo–, pero estamos tratando. Poco a poco nos hemos abierto a la participación de otros investigadores, como es el caso de María Frick, con quien vamos a hacer una exposición de Lía Mainero el año que viene, en marzo, en el Cabildo. Y así vamos a ir invitando a otra gente para que trabaje con la colección y con el archivo, produciendo textos y contenidos que pueden derivar hacia otros ámbitos, universitarios, no universitarios, de la plástica. Hay mucho por hacer y, mientras tengamos fuerzas, vamos a seguir.»

Cualquiera que tenga la suerte de haber conseguido el libro Otro Arte en Uruguay1 –hoy inhallable en librerías– quedará hechizado por los artistas y sus historias, y , sobre todo con la obra descubierta. El que no tenga tal suerte puede bregar por una reedición ampliada y actualizada o consolarse visitando el blog2 del proyecto, desde donde puede seguirse cierto camino andado e ir enterándose de las novedades (exposiciones, noticias, entrevistas, etcétera). «Me parece que todavía no está escrita del todo la historia de los artistas autodidactas en la plástica uruguaya, que de algún modo tienen que permear el canon, tienen que incorporarse como ha sucedido en Brasil, como sucede en Paraguay y en Chile, en donde artistas autodidactas ya forman parte de las colecciones estatales. Acá solamente tenemos el caso de Cabrera y alguno más, pero son muy pocos en relación con la gran producción que hay de artistas de calidad que merecen estar en los acervos públicos, en los acervos estatales, y tener un reconocimiento acorde a la vida que han dedicado a estas obras», señala Rocca.

Quien recorra Otro Arte en Uruguay se encontrará con los expresivos pasteles de Miguel Ángel Tosi, las visiones enjoyadas de Alexandro García, el puntillismo obsesivo de Cyp Crisitiali, los enigmáticos hombers casa de Juan Carlos Cortese, la fuerza visceral de las tintas de Rosa Cazhur, además de con todos los que expandieron los universos de su mente en esculturas que pueblan muchos jardines de Montevideo y el interior, que se expanden y trepan y se hacen obra en fachadas, paredes, rejas, casas enteras. Recorrer este arte otro es un ritual de lo inhabitual, entrar en un sistema de universos paralelos excepcionales, a menudo asombrosos, siempre desplazados, por momentos insólitos.


¿Por qué nos fascinan tanto estos universos? A lo mejor porque, desde hace ya demasiado tiempo, el arte cuando busca sorprender lo hace desde un lugar irritante, calculado y, a menudo, soberbio. Porque nadie va a negar la importancia del mingitorio de Duchamp, las sopas de Warhol, el tiburón de Hirst, etecétera,3 pero qué cansancio. Ni vamos a creer que a estas alturas una banana pegada a la pared con cinta pato4 va a cambiar nada, como sí lo hicieron los ejemplos anteriores, para bien o para mal. Pero es innegable que cuando vemos este otro arte, con su autenticidad, su imperfección, a menudo su inevitabilidad, su sufrimiento, pasión y emoción, volvemos a creer en cosas que solo el arte es capaz de convocar, y que redimen a la humanidad de todos sus pecados.


1. Librería Linardi y Risso, 2009 Proyecto subvencionado por los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura.

2. arteotroenuruguay.blogspot.com

3. Sí, ya sé que no es todo lo mismo.

4. Sí, también me doy cuenta de que mis ejemplos son «un poco chotos» y que debe de haber mucho de interesante en el arte contemporáneo que probablemente le dé otra vuelta de tuerca al multimillonario mercado, incluyendo la estafa de los NFT o lo que sea el último grito de la moda en la materia.


* Nota publicada en Semanario Brecha, Año 39, n° 1986, p. 30 Montevideo, el 15 diciembre 2023 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimados.Desde que tuve la oportunidad de aparecer en vuestro Bloog arteotro mi camino se dividió en dos formas de expresarme, una pensante y tortuosa el color y otra , necesidad física y mental de estar siempre con una hoja dándole vida a eso que sale de mi ser.Tengo en mi haber, más de 160 obras totalmente diferentes una de la otra.gracias por estar.Carmen Garcia Pernas.