Sergio Isaías Demaría: el optimismo ecléctico



Hace ya más de un año que Sergio Isaías Demaría (Las Piedras, 1928) nos recibió en su casa de Las Piedras, a donde nos condujo su vecino e informante del proyecto Darvi Vargas (a quien agradecemos la gentileza de una visita guiada por la zona en Las Piedras). Demaría está actualmente jubilado pero se ganó la vida de muchas maneras, sobre todo trabajando en el campo, justamente allí en ese terreno donde ahora viven y antes de que fuera parcelado, sembraban y cosechaban (terreno que pertenecía a Pilar Cabrera, padre del escultor Germán Cabrera). También trabajó en un aserradero y en esa labor perdió el dedo índice de la mano izquierda. 

Ya próximo a la jubilación realizó “La modelo”, un desnudo en cuerpo entero que concibió en los años ochenta y que aún se puede apreciar en el living de su casa. (“Esa señora tiene veinte años”, dice la esposa de Sergio Isaías refiriéndose a la escultura).  A partir de entonces se sucedieron una serie de llamativas esculturas y relieves de gran colorido que distribuye entre el frente y el interior de su casa. Demaría se confiesa un autodidacta absoluto: “Aprendí solo. Quise aprender. Germán Cabrera vio que yo de chico me interesaba y hacía cosas. Y me dijo que si quería ser escultor tenía que estudiar anatomía. Pero el campo no me daba tiempo. Así que aprendí todo solito. Yo era zurdo hasta para comer (gesticula como si masticara sólo del lado izquierdo) pero tuve una hemiplejia y ya no podía. Tuve que aprender a hacer todo con la derecha, y con un dedo menos.”  


La mayoría de las piezas escultóricas fueron realizadas con arena y cemento pórtland (estructuras de alambre o varilla de hierro) y cubiertas con esmalte sintético. Al principio hacía los colores “machacando flores” y a los pigmentos conseguidos y pincelados en la escultura enseguida “los tenía que fijar con barniz”. También ha realizado relieves en barro, como “El cazador y el perro”,  “El bote con la garza”, a los que le agrega un poco de marmolina. 


Sus obras gozan de una gran soltura formal, brillan con un aire ingenuo y optimista. La temática es muy variada –desde animales, hasta parejas de tango, pasando por bustos del prócer y surfistas-, dando cuenta del talante desprejuiciado y curioso de Demaría. Su inquieta inventiva lo lleva también a construir distintos objetos como  instrumentos musicales (un arpegio) o una hamaca para una niña vecina que viene en las tardes a visitarlos. Muy sociables y queridos en el barrio, Demaría y su señora contribuyeron a la fundación de la Escuela primaria 191 y siempre se muestran dispuestos a mostrar sus trabajos con alegría y entusiasmo. 

1 comentario:

Bruno Toledo Demaria dijo...

El era mi abuelo. Estoy orgulloso de el.