DIS/TENSIONES Arte otro vs otros artistas

Esta exposición inusual reúne la producción de artistas autodidactas y de artistas uruguayos consagrados que se interpelan mutuamente. Una confrontación que es un juego y una pulseada de tensiones creativas. 

Los vínculos entre las obras suelen ser de forma, de color o de tema. Pero también puede acontecer que el contraste marque la pauta de esa relación… o que surjan puntos de contacto en detalles sutiles. Pronto el espectador se verá envuelto en este cruce de miradas con artistas de la colección Arte otro en Uruguay y artistas en la Galería Sur. 

Las fronteras entre lo que hemos dado en llamar “arte otro” y “arte contemporáneo” son más difusas de lo que a priori se piensa.  Al final, lo que cuenta es la felicidad de una solución plástica que es inherente a cada obra y al talento del artista que la concibió. A partir de allí se generan conexiones inesperadas y fascinantes que vale la pena descubrir. 

Pablo Thiago Rocca


Artistas: 

Víctor Andrade / Álvaro Ardao / Federico Arnaud / Verónica Artagaveytia / Daniel Barboza / Andrés Barca / Luis Borteiro / Óscar Caballero / Rafael Cabella / Javiel Raúl Cabrera / Eduardo Cardozo / José Castro / Rosa Cazhur / Cyp Cristiali / Juan de Andrés / Wifredo Díaz Valdéz / Alicia Ferrari / Luis Fonseca / Franc / Carmen García Pernas / Miguel Herrera / Tola Invernizzi / Virginie Isbell / Ignacio Iturria / Marcelo Legrand / Lía Mainero / Alfredo "Lucho" Maurente / Alberto Méndez / Manuel Méndez / Ergasto Monichón / William Moreira / Virginia Patrone / Ricardo Pickenhayn / Roberto Píriz / Sebastian Sáez / Fábio Servetti / Ángel Silva / Miguel Tosi / Nicole Vanderhoeght / Ernesto Vila /Alejandro Yanez / Yudi Yudoyoko

Inauguración:  FERIA ESTE ARTE INVITA 

Viernes 7 de enero | 20 - 22.30 hs

After Fair Party DJ Valentina Volpe

Auspicia GALERÍA SUR

Exposición DIS/ TENSIONES

Arte otro vs otros Artistas

Pablo Thiago Rocca, curador

Horarios: Martes a domingo de 17 a 21 hs (lunes cerrado)

Casa Colonial Calle Treinta y Tres 825 esq. Dodera, Maldonado, Uruguay.











































Mujeres extraordinarias en la colección involuntaria (Arte Otro en Uruguay)


Ya está casi todo dicho en el título. Esta exposición* reúne algunas piezas de arte de mujeres cuya producción extraordinaria solo se compara con sus propias peripecias vitales. Obras de arte de pequeño formato que han sido tocadas por el encanto de una solución creativa personalísima, transversal a las corrientes artísticas en boga. 

Son creaciones que han sido donadas por sus autoras o por sus legatarios al proyecto Arte Otro en Uruguay con la intención de darlas a conocer mejor. Pero dicho proyecto, que desde hace 15 años viene realizando un relevamiento de los creadores autodidactas en el país, no se propuso una adquisición sistemática ni programada, de allí lo de colección involuntaria, pues simplemente aconteció como un proceso de sedimentación artística: las obras fueron llegando en oleadas como el mar deposita en la costa sus preciosos y extraños tesoros, extraordinarios por cuanto todo lo que ha permanecido en el mar se transforma. Y estas 7 mujeres han transformado su vida transformando su arte, y viceversa, iniciando una deriva tan sorprendente como poderosa. 

Y pese a la fuerza del azar que las reunió, y que pertenecen a diferentes momentos históricos –desde los años cuarenta del siglo pasado a la actualidad–, se puede apreciar que comparten ciertos conceptos y sentimientos, que poseen ciertas raigambres sensibles que las integran y vivifican: un halo de utopía y de esperanza (Annie Namer, Alda Pereira), una fragilidad tangible, a flor de piel (Lía Mainero, Rosa Cazhur, Carmen García), un soplo telúrico, trascendente (Magalí Herrera, Olga Olivera). 

 




La obra de Lía o “Lita” Mainero  (Montevideo, 1902-1964) tiene por protagonistas a las "loquitas", así ella las llamaba cariñosamente: unas niñas rebeldes, libertarias, que se exponen a situaciones de peligro en una atmósfera encantada, como de tenebrosos cuentos de hada. 



Para Rosa Cazhur (Durazno, 1947-San José, 2020)  los temas de la maternidad, la pareja y el dolor atraviesan sus acuarelas y sus poesías, de una sensibilidad exquisita.  Despiertan ternura y empatía porque están pintadas de un modo sincero y visceral y porque tienen al amor como última meta. 




Por su parte, Alda Pereira (Tacuarembó, 1945-Rivera, 2019), maestra de profesión, con sus pinturas lúdicas e  irreverentes como sus queridos alumnos, invierte o trastoca el orden establecido. Con La gallina azul Alda propone un símbolo femenino que partiendo desde el contexto más casero, lo eleva y resguarda –obsérvese el enmarcado casi heráldico del cuadro– tal flor azul de Novalis, a la categoría de lo maravilloso.




La representación ingenua de un mundo carente de maldad es para Annie Namer (Budapest, Hungría, 1930-Montevideo, 2020) más que solución artística, un auténtico anhelo de hermandad. Sus óleos y pasteles pintados con una técnica similar al bordado, poseen los atributos de una manualidad fantástica y liberadora, al igual que sus alegres temas.




De Magalí Herrera (Tranqueras, 1914-Paso Carrasco, 1992) presentamos ocho obritas pequeñas que, sin embargo, podrían verse como un germen de sus pinturas cósmicas de gran formato. Paisajes brumosos, formaciones marinas, cavernas y fuegos: tal vez estas piezas, que no son bocetos sino miniaturas acabadas, representen exploraciones a planetas desconocidos o vislumbres de regiones espirituales o ultraterrenas.



En esta obra temprana de Carmen García Pernas (Montevideo, 1955) que corresponde a su etapa monocromática, los cuerpos femeninos, voluptuosos, se entreveran en un magma de figuras contorsionadas. Personas, animales e instrumentos de música sirven de metáfora de un cuerpo social múltiple y convulso. Lo salvaje femenino prevalece o se manifiesta como una pulsión atávica predominante en el conjunto.



Olga Olivera (Rocha, 1940) erige con su “Ombú”, realizado con restos fósiles, lumaquela y huesos de lobos marinos, una pieza orgánica y oceánica (costas de Rocha) que reconstituye el tiempo de la vida y de la muerte en tanto proceso cíclico. El ombú solitario es un axis mundi, un eje del mundo “otro” que tan pronto nos eleva a un cielo de pureza –la naturaleza intocada– como nos aterriza a una reflexión sobre lo vacuo y lo perentorio de la vida.


Las propuestas de estas 7 mujeres ofrecen visiones heterogéneas del arte y de la vida, siendo partícipes por igual de un deseo de comunicar su singularidad y su libertad sin reglas. Sus proyectos estéticos son, por tanto, transversales al canon del arte uruguayo, lo atraviesan sin dejarse llevar por la corriente principal: solo siguen su propio devenir creativo.


Pablo Thiago Rocca


* En TRIBU Espacio Cultural, Maldonado 1858, Montevideo. Exposición en el marco de Cósmica (Feria de Arte y Cultura Contemporánea) Inauguración martes 7 de diciembre de 2021 a las 19 horas.

Nuevo libro sobre Javiel Raúl Cabrera "Cabrerita"




Con el título, “Javiel Raúl Cabrera. Entre el olvido y la leyenda”, se presenta este jueves 18 de noviembre a las 18 horas en el auditorio del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV, Parque Rodó, Montevideo) un libro que resume 14 años de trabajo. En el proceso de investigación colaboró una gran cantidad de personas aportando ideas y testimonios, o prestando obras para las exposiciones de 2018 (Raúl Javiel Cabrera. Donación) y la exposición de noviembre 2019 a febrero 2020 (Javiel Raúl Cabrera. Entre el olvido y la leyenda), ambas en el MNAV, cerca de cincuenta personas e instituciones. 

Es una edición bilingüe (español-inglés) que conoce una versión en tapa dura y otra en rústica, de 258 páginas, con diseño de Eloísa Ibarra y bajo la coordinación general de Oscar Prato. Cuenta con la colaboración del Museo Nacional de Artes Visuales. 

Es la primera vez se le hace justicia a Javiel, a “Cabrerita” como lo llamaron sus contemporáneos, con una publicación de gran calidad.

Se presentará el 18 de noviembre de 2021 a las 18 horas en el auditorio del MNAV con la ensayista Ana Inés Larre Borges y Enrique Aguerre, como director del MNAV. Habrá un aforo hasta 90 personas, la entrada es gratuita. 

Como adelanto compartimos un fragmento del primer capítulo del libro, "Javiel Raúl Cabrera o el río de tres orillas"




Cabrera en Santa Lucía en casa de la familia Luchinetti, 1987. Foto de Gerardo Ruiz


Este polvo tranquilo fue señores y damas 

muchachas y donceles; 

fue risas, manos hábiles, suspiros, 

rizos y blusas leves. 

Este lugar pasivo fue mansión bulliciosa del verano

y las flores y abejas recorrieron

su circuito oriental aquí

y un día cesaron como ellos. 1

Emily Dickinson 


Es cuestión de tiempo. Mientras se escriben estas líneas, una colega revisa los polvorientos registros del viejo asilo Dámaso Antonio Larrañaga, en busca de una fecha de admisión o de custodia de un niño abandonado en el primer lustro de la década del veinte del siglo pasado. Se avanza lentamente. Los abandonos se cuentan por centenares al mes en esos alegres “años locos”, germen del país modelo. Son como la cara oculta de una moneda que quedara semienterrada en el barro. Las causas más frecuentes de abandono esgrimidas por las madres son “por carecer de recursos”, “por encontrarse enferma”, “porque el esposo se fue”, “por insuficiencia láctea”, “por estar sola y tener que colocarse” —en una casa como empleada doméstica—, “por ocultar la falta”. Puede que, aunque no declaradas, las causas sean una sumatoria de todas las injusticias que padecen entonces las mujeres y las situaciones sociales que se piensan y se viven como vergonzantes. Pero alguna de estas causas, escrita con sobria caligrafía de notario, corresponde a un niño llamado Raúl Cabrera. Aún no se ha hallado pero es cuestión de tiempo. Todo aparece envuelto en un halo de misterio para ese hombre al que sus contemporáneos llaman Cabrerita. No solo los vericuetos de su vida personal. 

Sin duda, existe una gran dificultad para investigar y encontrar información inequívoca sobre una persona que fue abandonada por sus padres, que vivió en la calle buena parte de su adolescencia y juventud, y luego transcurrió casi la mitad de su vida internada en instituciones psiquiátricas que no conservan registros oficiales de su paso. 

Los esfuerzos por historiar ese periplo y por reducir la brecha de nuestra ignorancia poseen un límite, y aun así mucho se ha avanzado, como se podrá constatar en los diversos testimonios que se recogen en este libro. Pero resta el enigma mayor de su obra. Vida y obra se hallan entrelazadas. 




Cuando se trata de artistas que han tenido una educación más o menos formalizada, con asistencia a talleres y maestros a los que siguen en sus lineamientos y doctrinas, el ejercicio de interpretación y de reconocimiento formal suele ser también más acotado. En Cabrera hay algunas pocas influencias advertibles y se aprecia, como el trasfondo de una vasta cultura visual de contornos imprecisos, referencias a la pintura del Renacimiento, por ejemplo, que debió asimilar de revistas y periódicos. Sin embargo, la médula del asunto de Javiel está en otra parte, lo que lo convierte en un artista original. Puede decirse que esa originalidad proviene de dos vertientes: una es consciente, buscada y declarada por el mismo artista: 

Y… la pintura mía es particular… Original es… original: eso. Después de mis primeros maestros me dediqué yo solo a hacer el arte y es original. Y cuando se dice original está todo explicado, ¿no? 3

Otra corriente mana de una fuente interior, incontrolada, y se nutre de componentes anímicos inconscientes. La especificidad de la expresión plástica es en esencia no-verbal, y es allí donde hay que buscar la potencia del símbolo de Cabrera y su emanación poética, aun cuando las palabras escaseen.




Notas

1.   THIS quiet Dust was Gentlemen and Ladies, / And Lads and Girls; / Was laughter and ability and sighing, / And frocks and curls. // This passive place a Summer’s nimble mansion, / Where Bloom and Bees / Fulfilled their Oriental Circuit, / Then ceased like these, The Single Hound; Poems of a Lifetime by Emily Dickinson (1830-1886). Introduction by Martha Dickinson Bianchi, Boston: Little, Brown and Company, 1914, p. 80.

 2. Todos los registros pertenecientes a Cabrera, como fichas de ingreso y de alta, historia clínica, exámenes de medicina general, etcétera, desaparecieron del Hospital Vilardebó y de la Colonia Bernardo Etchepare y se desconoce su paradero.

3.  Entrevista a Javiel Raúl Cabrera por Ramón Mérica, “El beneplácito de los heliotropos”, El Día, Montevideo, 23.8.1981. En adelante: Con Mérica, 1981.

El gesto de Fernande


Fernande y Javiel en Levens, Francia, 1984.


Con enorme pesar recibimos la noticia del fallecimiento de Fernande Dalézio (París, 22/9/1930 – 6/8/2021). Desde Uruguay queremos enviar un abrazo fraterno a familiares y amigos. Fernande fue compañera sentimental de José Parrilla (Montevideo, 1923 - Levens, 1994), líder indiscutido del movimiento esterista

Ella mantuvo encendida la llama del movimiento hasta el último día. Defensora del legado artístico y espiritual de Parrilla, directora de varias publicaciones y revistas del grupo, fue, también, por añadidura, difusora de la pintura del amigo Javiel Raúl Cabrera (Montevideo,1919 - Santa Lucía, 1992) a quien sus contemporáneos llamaron Cabrerita. 

Su generosidad la llevó a donar más de cien acuarelas y dibujos del pintor al Museo Nacional de Artes Visuales de Uruguay, así como un importante conjunto de documentos del grupo esterista a la Biblioteca Nacional del Uruguay y al proyecto Arte Otro en Uruguay. Se realizaron dos exposiciones en el Museo Nacional de Artes Visuales: "Donación Raúl Javiel Cabrera Cabrerita (1919-1992)" en 2018 y "Javiel Raúl Cabrera. Entre el olvido y la leyenda" en 2019, esta última para celebrar el centenario del nacimiento del artista.

Conocimos su bondad y su simpatía en Montevideo, en el año 2013, cuando vino junto con la artista Magali Satgé para organizar las recordadas exposiciones del movimiento esterista en la sala Punto de Encuentro de la Dirección Nacional de Cultura, y de Javiel Raúl Cabrera en el Museo Zorrilla. En su risa franca y en la luz de sus ojos niños pudimos atisbar la verdad poética de los versos que le dedicó su adorado José:


Había una vez una niña. Al llegar a los 12 años siguió creciendo, 

no sólo en personalidad, sino en esencia. 

Así que no era sólo la niña más hermosa de la tierra acaso por su penacho rubio en la cabeza. 

Luego tuvo 23 años y al momento siguiente 200, y 300. 

En ella era tanto el conocimiento como el ser. 

Pudo así devenir inmortal. 

Se llama Fernande Dalézio. 

No te preocupes, amigo, de lo que no veas en ella. 

Será más de lo que en ti mismo puedes ver.


Parrilla, 1957




¿Qué es de la vida de… Zapicán?


En febrero de 2021 nos encontramos en la feria con su compañera, Lupe, y le preguntamos cómo estaba Alberto Zapicán (Lavalleja, 1927). Nos dijo que había estado muy mal, pero que ahora estaba recuperándose. Quedamos en visitarlo esa misma semana y a los pocos días estábamos internándonos en el montecito de eucaliptos que, a modo de silvestre alameda, preludia su casa. 

Con sus 94 años a cuestas, imaginamos que íbamos a encontrar un viejito poco menos que postrado. Temíamos por su salud física y anímica, pues una recuperación por problemas respiratorios pasados los noventa años de edad no es cosa sencilla. Pero nuestra sorpresa no fue menor cuando lo vimos con la misma energía inaudita y el entusiasmo contagioso de siempre: acababa de publicar la segunda edición de un libro con textos y dibujos de su autoría (Escribir para qué...? edición de autor, impreso en Uruguay, 2020). Se movía con una elasticidad y ligereza realmente envidiable. ¿Cuál es el secreto de Alberto? De sus ojos salían destellos de picardía. Lucía su clásica vincha y el aire de chamán que lo caracteriza. En su casa – taller todo estaba en orden y limpio. Aquí y allá vimos alguna talla a medio hacer. Trabajo para las manos no le faltaba. Mientras charlábamos llegaron visitas, cuestión usual en su vida cotidiana. Son vecinos o amigos que llegan buscando un consejo, un consuelo, una ayuda. Zapicán conoce las palabras y los silencios precisos. Recorrí la casa tomando fotos. Luego nos pusimos al día, charlando. Me mostró el libro que le envió su amigo Nicanor Parra (1914-2018), otro longevo, poco antes de morir. Nos enseñó sus últimos trabajos con palmas: unas cabezas de elefantes con toques dorados, unas máscaras grandes que tienen algo de mapuche, todo muy colorido. Intercambiamos regalos. Nosotros elegimos una cabeza de elefante, símbolo de poder, sabiduría, memoria y longevidad. En cierto modo, y con toda la carga lúdica que suponen, esas piezas de elefante son una continuidad de sus atributos personales. Por eso nos sentimos autorizados a repetir lo que dijimos hace más de una década:


Con las peripecias de Alberto Zapicán se podrían escribir varias novelas. Salvo que él se ha tomado el trabajo, o el placer, de vivirlas, y nadie sino él podría reemprender su relato. Criado en el campo profundo, nieto de españoles y charrúas, comenzó a leer y escribir recién a los dieciséis años. Fue autodidacta integral: desde la cerámica, la pintura y el grabado, pasando por la música, el canto y la poesía, hasta llegar a la construcción de su actual casa-escultura en Neptunia. De joven se fue a vivir al “norte” con comunidades del Amazonas, donde comenzó a reconocerse como parte de la nación indígena. Participó en la primera marcha de los cañeros junto con Sendic. Fue amigo de Miguel Bresciano y de Yamandú Palacios. Participó de las primeras acciones tupamaras, fue preso y torturado. Emigró a Chile, donde amistó con Violeta Parra y con quien llevó a cabo canciones de resonancia mundial. Con el conjunto musical los Curacas recopiló músicas de tradiciones andinas, y por encargo realizó reproducciones de cerámica antigua para los principales museos precolombinos de América. Nada de esto explica, sin embargo, el carisma que emana de su enjuta figura. En los años 70 ocuparon una vieja iglesia en Santiago donde se hicieron cargo de niños “propios y ajenos”. Para entretenerlos y motivarlos, Zapicán comenzó a desarmar electrodomésticos que recogía de las calles y con sus desechos armó collages con figuras de animales. Estas simples “ocurrencias” como las llama, poseen la fuerza de una reconversión espontánea. Los fríos elementos y las energías agotadas del mundo civilizado pasan a transformarse en emblemas de fantasía y libertad. Junto con sus esculturas al aire libre y su casa-taller de luthier-constructor-artista plástico, Zapicán ha transformado su entorno en un libro abierto a las historias sorprendentes y las enseñanzas de vida.